Entre porcentajes de inflación, vaivenes de la brecha cambiaria y paritarias que se renegocian casi antes de firmarse, cada empresa argentina necesita un enlace vivo con la nueva camada profesional. Ahí aparece el becario, figura híbrida que combina frescura académica y curiosidad práctica. No cubre todavía un puesto fijo ni soporta la presión de los KPI trimestrales, pero inyecta perspectivas actuales sobre tecnología, sostenibilidad o diseño de procesos. Su paso por la organización funge de pasarela entre aulas y líneas de producción, un tramo donde ambas orillas se enriquecen si el tránsito se gestiona con método y empatía.
Reducir la beca a un renglón menor en el presupuesto implicaría ignorar su retorno potencial. Formar talento joven cuesta tiempo de tutores, inversión en la capacitación y un acompañamiento administrativo que compite con tareas urgentes. Sin embargo, el ahorro futuro en reclutamiento externo, curva de aprendizaje y fit cultural compensa con creces. Cada proyecto asignado a un becario filtra aptitudes, detecta competencias blandas y revela capacidad de adaptación frente a la volatilidad local. Esa información vale más que cualquier test psicométrico comprado en paquete.
La tentación de utilizar becarios como “multiplicadores de manos” en picos de demanda existe, pero la estrategia de largo plazo apunta a involucrarlos en proyectos clave, exponerlos a comités interdisciplinarios y asignarles tutores con ganas de liderar. Si además se coordina con universidades y programas estatales, el esquema permite acceder a perfiles diversos y nutrir la marca empleadora en ferias de empleo o hackatones. Así, cada ciclo de becas funciona como cantera de profesionales que ya comprenden la cultura organizacional interna antes de firmar un contrato.
¿Qué es un becario en Argentina?
El marco legal local define al becario como una persona que realiza una práctica formativa dentro de una organización, amparada por un convenio con una institución educativa o por un programa de capacitación profesional. Se trata de una vinculación no estrictamente laboral: no existe contrato de trabajo bajo Ley 20.744, pero sí derechos y deberes específicos. Las pautas de carga horaria, duración y monto del estímulo económico se fijan en acuerdos particulares—estatales, universitarios o privados—y deben respetar normas de seguridad, cobertura de salud y, en ciertos casos, las Aseguradoras de Riesgo del Trabajo (ART).
¿Para qué sirve un becario?
Antes que ocupar vacantes, la figura del becario busca ofrecer experiencia tangible a estudiantes o recién graduados y, al mismo tiempo, permitir que la empresa detecte talento en etapa temprana.
La entrada de perspectivas frescas oxigena procesos donde la “forma habitual” ya no convence. Además, la convivencia de generaciones promueve un intercambio natural: la experticia madura se cruza con la fluidez digital, y surgen ajustes creativos.
¿Cómo funciona un becario en una empresa?
El ingreso suele concretarse a través de convenios con universidades, tecnicaturas o programas como Crédito Fiscal, Jóvenes Profesionales o iniciativas internas. Antes del primer día, se diseña un plan de trabajo con objetivos claros y metas formativas; de ese documento cuelga la asignación estímulo, que no implica salario ni aguinaldo.
El límite habitual se ubica entre 20 y 30 horas semanales, con ciclos que van de seis a doce meses. Un tutor acompaña al becario, registra avances y valida que el aprendizaje sea genuino, mientras RRHH supervisa el encuadre impositivo y previsional.
¿Por qué es importante el rol del becario?
Moldear competencias desde cero facilita que la cultura organizacional se asiente sin fricciones. Quien atravesó la beca interna suele abrazar valores y procesos antes de firmar su primer contrato. Además, la mirada externa invita a cuestionar supuestos arraigados—desde prácticas de seguridad hasta flujos de aprobación—aportando agilidad mental en entornos donde la complejidad regulatoria exige innovación continua. Por último, el vínculo con centros académicos refuerza la reputación corporativa y garantiza acceso a investigaciones aplicadas o laboratorios especializados.
¿Quién puede ser becario?
La mayoría de los convenios contempla estudiantes regulares de tecnicaturas, carreras universitarias o programas técnicos. Algunos esquemas admiten recién graduados dentro del primer año posterior al título. También existen becas focalizadas en inclusión socio-laboral, pensadas para personas con discapacidad o procedentes de entornos vulnerables, que suman diversidad y profundizan el compromiso social empresarial.
¿Qué tipos de becario existen?
Los becarios universitarios participan vía facultades o convocatorias públicas, como el Programa de Beneficios a Universitarios (PNBU) o proyectos articulados con el Ministerio de Ciencia. Los becarios internos responden a programas diseñados por la propia compañía, con tutorías específicas y rotaciones planificadas. En áreas técnicas o científicas aparecen becarios de investigación y desarrollo, asociados a subsidios competitivos. Finalmente, las becas de inclusión laboral buscan facilitar la primera experiencia formal y reducir brechas de empleabilidad.
¿Cómo implementar correctamente un programa de becarios?
Conviene empezar con objetivos nítidos—qué competencias desarrollar y qué impacto esperar—y trasladarlos a un convenio detallado con la institución educativa. El plan de formación se apoya en indicadores de avance, reuniones quincenales y feedback documentado. Registrar la beca ante ARCA, ex Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), contratar seguros y, si corresponde, extender cobertura ART evita contingencias laterales. Evaluar desempeño intermedio y final no sólo afina el aprendizaje, sino que alimenta la decisión de una futura contratación efectiva.
¿Cuáles son los beneficios de contar con becarios?
La organización incorpora energía, creatividad y capacidad de adaptación. Al mismo tiempo, consolida su imagen frente al público joven, donde la balanza entre salario y propósito pesa cada vez más. Los equipos que actúan como tutores pulen habilidades de liderazgo situacional, mientras la dirección accede a un semillero de perfiles estratégicos listo para escalar. Sumado a ello, sostener una política de becas refuerza el compromiso social corporativo, una variable que inversores y clientes valoran en informes de sustentabilidad.
¿Cuál es el papel de los recursos humanos frente a los becarios?
Los recursos humanos garantizan el cumplimiento normativo y la coherencia pedagógica: valida documentación, gestiona altas en sistemas internos, monitorea la asignación estímulo y certifica que la experiencia aporte valor real. Funciona además como nexo entre institución educativa, tutor y becario, resolviendo dudas operativas y afinando expectativas. Medir impacto en desarrollo, retención y clima laboral convierte al programa en insumo para la planificación de talento, evitando la rotación temprana y capitalizando la inversión formativa.
Un programa de becarios planificado con claridad, empatía y rigor operativo fortalece la cultura organizacional. Dejar de percibir al becario como figura provisional y reconocer su valor estratégico permite a CEOs y líderes de RRHH conectar educación y negocio, multiplicar innovación y cimentar el futuro. Al formar personas, la empresa se transforma a sí misma y amplía su horizonte de sostenibilidad en una economía donde anticiparse es la única constante.