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Rescisión de contrato: ¿Cómo funciona?

rescisión de contrato

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En una plaza local donde el dólar salta de valor en una mañana y las paritarias se reabren con la misma rapidez con que se enfría el café de oficina, cerrar un vínculo contractual exige más que una nota formal. La rescisión de contrato, cuando se la maneja con pericia, funciona como ese amortiguador silencioso que protege a la organización frente a baches regulatorios y contingencias económicas. 

Argentina recuerda cada tanto que los planes a largo plazo pueden desmoronarse por razones externas —inflación desbordada, cambios impositivos, giros políticos— antes de que llegue el segundo trimestre. Ante esa realidad, una rescisión bien diseñada brinda un “plan B” robusto: limita la exposición judicial, reduce la fuga de talento estratégico y evita que un proyecto se congele sin contraprestación clara. 

El arte de la rescisión descansa en un equilibrio fino: rigor normativo y empatía. La Ley de Contrato de Trabajo, el Código Civil y Comercial, e incluso los convenios colectivos aportan el esqueleto jurídico, pero el músculo lo aporta la gestión humana. Ajustarse a la letra de la ley sin olvidar la sensibilidad de quien queda fuera del organigrama evita litigios y, al mismo tiempo, conserva la cultura organizacional. 

¿Qué es la rescisión de contrato en Argentina?

Toda desvinculación anticipada se enmarca, legalmente, en el concepto de rescisión: la finalización de un acuerdo antes de cumplir el plazo o el objeto originalmente pactado. Ese paraguas incluye tanto relaciones laborales como contratos de obra, servicios profesionales o locaciones de servicios. La forma puede variar —despido sin causa, renuncia, rescisión por mutuo acuerdo—, pero la esencia sigue siendo la misma: una o ambas partes deciden extinguir el vínculo de manera anticipada y documentada. Para que el procedimiento tenga validez, la comunicación debe limitarse a lo pactado contractualmente y a lo previsto en la normativa, evitando interpretaciones dudosas que permitan al juez “rellenar” lagunas.

¿Para qué sirve la rescisión de contrato?

Conviene recordar que la rescisión no es un mero trámite, sino una herramienta que genera certeza jurídica. Formalizar el cierre aleja fantasmas de responsabilidad solidaria, fija un momento exacto de corte para los derechos y obligaciones, y deja por escrito el motivo que impulsó la decisión. Asimismo, sirve como escudo preventivo: si el contrato establecía confidencialidad o propiedad intelectual, la rescisión reitera esas obligaciones y las proyecta en el tiempo. 

De esta manera se protege tanto la data sensible de la empresa como la reputación profesional de quien egresa. Cuando todo queda prolijamente asentado, los malentendidos —y los costos asociados— se reducen a la mínima expresión.

¿Cómo funciona la rescisión de contrato?

Operativamente, el proceso arranca con una notificación escrita que respete los plazos legales o los que el mismo contrato diga. Esa notificación, muchas veces despachada por carta documento, activa plazos de preaviso o, cuando corresponde, indemnizaciones. En contratos de servicios, puede implicar la entrega final de informes, códigos fuente o materiales pendientes. 

En el caso laboral, la liquidación final debe incluir vacaciones proporcionales, salarios devengados y el famoso SAC, sin olvidar los aportes a la seguridad social. El hilo conductor es simple: aquello que se estableció al inicio manda, salvo que la ley disponga algo más beneficioso para la parte protegida.

¿Cuáles son las cláusulas clave para una rescisión de contrato?

Al diseñar un contrato —o revisarlo antes de la firma— conviene prestar atención a cinco puntos decisivos. 

  1. Primero, la causa de rescisión: con o sin expresión, su redacción deberá resultar lo suficientemente clara para evitar interpretaciones tortuosas. 
  2. Segundo, los plazos: un preaviso demasiado extenso obstaculiza la agilidad empresarial; uno excesivamente corto puede tornarse nulo por leonino. 
  3. Tercero, el régimen de penalidades: nada ahuyenta más que multas desproporcionadas. 
  4. Cuarto, las obligaciones post contrato, como confidencialidad o no competencia, que protegen know-how sin trabar la empleabilidad. 
  5. Quinto, la liquidación final, donde se detallan pagos, entregables y toda obligación pendiente. Una claudicación mal calculada puede costar caro en tribunales.

¿Por qué es importante la rescisión de contrato?

Gestionar la salida de forma ordenada reduce riesgos económicos y reputacionales. Cuando queda clara la línea de tiempo —“hasta aquí se trabaja, a partir de aquí se liquida”—, la empresa puede proyectar flujo de fondos y asignación de recursos sin sobresaltos. Además, cerrar bien un ciclo preserva relaciones: un proveedor que se retira en buenos términos podría volver, ya sea con otra sociedad o como aliado estratégico. 

Del mismo modo, un ex-colaborador tratado con respeto se convierte en embajador de marca, un detalle que vale oro en épocas donde los comentarios en Glassdoor pesan tanto como los balances. En suma, la rescisión ordenada es inversión, no gasto.

¿Quién puede usar la rescisión de contrato?

La figura beneficia a grandes corporaciones, pymes y emprendimientos por igual. En gestión laboral, recursos humanos la aplica en procesos de desvinculación, siempre en coordinación con legales, finanzas y, en ocasiones, comunicación interna. En la trinchera del procurement, sirve para cortar la relación con un proveedor que no cumple SLA sin dejar cabos sueltos. También está al alcance de profesionales independientes que buscan cerrar un proyecto antes de tiempo cuando el contexto cambia o el cliente incumple. 

La reciprocidad es la regla: tanto empresa como trabajador o prestador pueden disparar la rescisión, siempre que respeten las condiciones pactadas y normativa.

¿Qué tipos de rescisión de contrato existen?

Existen varios motivos legalmente reconocidos por los que un contrato laboral puede finalizar. Conocerlos ayuda a prever las obligaciones de cada parte y a calcular correctamente los montos que corresponden en cada caso:

  • Decisión unilateral del empleador: Despido con o sin causa, sujetando el pago de indemnizaciones a la justificación alegada.
  • Renuncia del trabajador: La persona comunica su salida y el empleador solo líquida haberes pendientes; no corresponde indemnización.
  • Rescisión por mutuo acuerdo (art. 241 LCT): Ambas partes pactan la desvinculación y fijan la compensación, que luego debe homologar la autoridad laboral.
  • Vencimiento del plazo contractual: Finaliza un contrato a término; se abonan los conceptos previstos para ese tipo de vínculo.
  • Incumplimiento grave de alguna de las partes: Habilita la ruptura por culpa, derivando en indemnizaciones diferenciales según quién resulte responsable.
  • Fuerza mayor o caso fortuito: Hechos imprevisibles —catástrofes, cierre definitivo— que vuelven imposible la prestación; implican requisitos y resarcimientos específicos.

¿Cómo implementar correctamente una rescisión de contrato?

Antes de lanzar la carta documento conviene hacer la tarea. Primero, revisar el tipo de contrato y el encuadre legal que lo gobierna. Después, redactar un documento claro, sin adjetivos incendiarios ni vagas alusiones, para evitar interpretaciones de mala fe. A continuación, notificar dentro de los tiempos pactados o legales: en la práctica local, un preaviso laboral reduce la indemnización, pero omitirlo la incrementa. Registrar cada paso —correos, actas, recibos— se vuelve clave cuando, meses después, el expediente aterriza en un juzgado laboral sobrecargado. Por último, gestionar con humanidad: explicar la decisión, e incluso ayudar en la transición, mitiga reclamos y habla bien de la compañía en corredores de LinkedIn.

¿Qué rol tiene recursos humanos en la rescisión de contrato?

El área de RRHH funge de bisagra entre la letra fría y la emoción de quienes reciben la noticia. Su papel arranca con el asesoramiento técnico: validar indemnizaciones, corroborar convenios y alinear la liquidación con la LCT. Luego aparece su faceta más delicada, la comunicación: un mensaje empático, transmitido en un espacio privado y acompañado de explicaciones concretas, evita lecturas distorsionadas. Además, RRHH gestiona la documentación, organiza la entrevista de salida y coordina el offboarding digital —deshabilitar accesos, recuperar dispositivos— en sincronía con IT. Finalmente, acompaña al equipo que se queda para contener rumores y sostener la cultura; porque un despido mal comunicado contagia más rápido que un meme.

Cerrar contratos no debería verse como fracaso sino como parte del ciclo de vida de cualquier negocio que se adapta a un contexto donde la inflación, el dólar blue y los cambios regulatorios marcan ritmo propio. Anticipar los escenarios, documentar cada paso y comunicar con respeto refleja una visión de largo aliento. Cuando dirección y RRHH se alinean, la rescisión se convierte en un acto de responsabilidad que protege a la empresa y a las personas, reduciendo conflictos y fortaleciendo la reputación. En última instancia, la forma de despedirse dice tanto de una organización como la manera en que da la bienvenida a un nuevo proyecto.

 

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