Tabla de contenidos
- ¿Qué es una entrevista?
- ¿Cuál es la función de una entrevista?
- ¿Cuáles son los elementos de una entrevista?
- ¿Cuál es la importancia de una entrevista?
- ¿Cuáles son los tipos de entrevista existentes en Argentina?
- ¿En qué consiste una entrevista de trabajo?
- ¿Cuáles son las preguntas en una entrevista de trabajo?
- ¿Qué características tiene una entrevista de trabajo?
- ¿Cuáles son las funciones principales de una entrevista de trabajo?
- ¿Cómo se elabora una entrevista de trabajo?
- ¿Cuáles son las partes de una entrevista de trabajo?
- ¿Por qué es importante realizar una entrevista de trabajo?
- ¿Cómo los recursos humanos gestionan una entrevista de trabajo?
En el día a día de cualquier organización radicada en Argentina, la entrevista de trabajo se consolida como la bisagra que articula estrategia corporativa y trayectorias profesionales. No es un simple trámite administrativo, sino un ejercicio de escucha activa, análisis y decisión que impacta de lleno en la competitividad del negocio. Por eso, antes de adentrarse en las preguntas en una entrevista de trabajo, conviene detenerse un instante y repasar qué es una entrevista: una conversación formal guiada por objetivos concretos —validar competencias, indagar motivaciones, detectar ajuste cultural— que se nutre de la interacción humana y la información contextual. Ahora bien, la práctica no se presenta en un único formato; abundan los tipos de entrevista (estructurada, semiestructurada, panel, virtual, entre otros), cada uno con un grado distinto de rigurosidad y flexibilidad que responde a la cultura organizacional y a las particularidades del mercado local.
Por eso, para recursos humanos —o para cualquier área que decida asumir la responsabilidad de seleccionar talento— la entrevista de trabajo funciona como un termómetro que mide motivación, adaptabilidad y, sobre todo, el grado de compatibilidad entre la persona y la propuesta de valor de la empresa. Así, en un mercado tan atravesado por la competencia y por cambios macroeconómicos abruptos, afinar el enfoque de esta práctica se vuelve un factor crítico de éxito.
¿Qué es una entrevista?
Resulta habitual que, al navegar en internet, aparezca la consulta “que es una entrevista” sin tilde ni signo de interrogación. Ese gesto —aparentemente menor— evidencia la necesidad de una definición sencilla y directa. En esencia, la entrevista combina planeamiento, diálogo y propósito.
Es una conversación formal donde, mediante preguntas estratégicamente planteadas, se exploran experiencias previas, competencias técnicas, valores personales y perspectivas de futuro. Desde la mirada de la gestión de talento, esa interacción permite trascender la enumeración fría de logros y descubrir, por ejemplo, cómo reacciona alguien ante la presión, qué importancia concede al aprendizaje continuo o de qué manera encaja en un equipo diverso.
A diferencia de otras instancias —exámenes, assessments o referencias—, brinda un equilibrio singular entre estructura y espontaneidad: hay un guión base, sí, pero también se abre la puerta para que la personalidad emerja sin filtros.
¿Cuál es la función de una entrevista?
A la hora de describir la función, conviene considerar la multiplicidad de beneficios que se activan al mismo tiempo. Primero, la entrevista permite recopilar datos que no siempre figuran en la hoja de vida: logros cuantificables, fracasos que dejaron aprendizajes, soft skills puestas a prueba en contextos reales. Luego, facilita verificar la idoneidad técnica, es decir, comprobar que los conocimientos declarados puedan aplicarse con solvencia en el puesto.
De manera paralela, abre una vía de doble circulación informativa: la empresa expone su cultura, sus desafíos y su liderazgo; la persona comparte aspiraciones, valores y, sobre todo, expectativas de crecimiento. Esa simetría ayuda a forjar un vínculo basado en la transparencia. Finalmente, la función se completa con la famosa primera impresión: un clima cordial, una escucha activa y una comunicación clara refuerzan la marca empleadora y predisponen al candidato a comprometerse con el proceso.
¿Cuáles son los elementos de una entrevista?
Para que la dinámica fluya y entregue conclusiones sólidas, conviene desglosar los componentes esenciales. Por un lado, los participantes: al menos un entrevistador —quien representa a la organización— y un entrevistado que aspira al puesto. A veces, se suman referentes técnicos, pares o líderes de otras áreas para enriquecer la mirada. El propósito marca la brújula y explica por qué se formulan determinadas preguntas y no otras. La estructura puede oscilar desde un esquema rígido, que garantiza comparabilidad, hasta un formato más libre, pensado para indagar matices inesperados. En el centro aparecen las preguntas, diseñadas ad hoc, mientras que la escucha activa y la observación del lenguaje corporal completan la decodificación del mensaje. Todo ese material se registra de manera prolija —ya sea en notas, planillas o en un Applicant Tracking System— y, más tarde, se procesa en una evaluación que contrasta evidencias con los requisitos del perfil buscado.
¿Cuál es la importancia de una entrevista?
En la práctica, la entrevista añade profundidad y reduce la incertidumbre. Mientras el CV traza un retrato estático, la conversación sitúa al candidato en un escenario vivo donde se repasan logros y tropiezos, se ahonda en motivaciones y se testean habilidades relacionales. Además, permite identificar qué tan alineados están los valores individuales con la cultura corporativa, un punto que suele prevenir conflictos futuros y mejorar la retención.
Cuando se aplican técnicas conductuales —por ejemplo, el enfoque STAR—, la entrevista de trabajo se convierte en un predictor bastante confiable del rendimiento futuro. Y si se conduce con respeto, equidad y empatía, fortalece la reputación de la organización, atrae profesionales de alto potencial y deja puertas abiertas para procesos subsiguientes.
¿Cuáles son los tipos de entrevista existentes en Argentina?
El abanico de variantes es amplio y responde tanto a la tradición como a la innovación impulsada por la tecnología. Desde la perspectiva de la estructura, se distingue una entrevista estructurada —con guión fijo que garantiza consistencia—, otra no estructurada que funciona como conversación libre y una semiestructurada que equilibra ambas lógicas. Si se observa la cantidad de entrevistadores, aparece la entrevista individual, la de panel —varios evaluadores simultáneos— y la secuencial, donde la persona se reúne con diferentes protagonistas a lo largo de la jornada.
En cuanto al medio, conviven la versión presencial —valorada por el contacto directo—, la llamada telefónica utilizada como filtro inicial y la videollamada, potenciada tras la pandemia e ideal para candidaturas remotas. Finalmente, el propósito da lugar a modalidades específicas, como la entrevista de desempeño, la retroalimentación o la entrevista de salida. Al hablar de tipos de entrevista, conviene remarcar que cada organización escoge el mix que mejor se adapta a su cultura, a la urgencia de cobertura y a las particularidades del mercado.
¿En qué consiste una entrevista de trabajo?
La entrevista de trabajo es, por definición, aquel momento del proceso de selección donde la empresa y un posible futuro colaborador dialogan cara a cara —o pantalla mediante— para determinar compatibilidad. La conversación, cuidadosamente planeada, persigue tres focos: validar experiencia, explorar competencias conductuales y confirmar ajuste cultural. Mientras el entrevistador guía el rumbo con preguntas abiertas, el candidato comparte hitos profesionales, detalla proyectos emblemáticos y explica cómo afrontó desafíos complejos. No es un examen oral, sino un intercambio adulto donde cada parte expone expectativas.
En paralelo, se describen condiciones, se aclaran responsabilidades y se matizan los objetivos del rol. La entrevista laboral, así concebida, no solo filtra talento; también proyecta la identidad de la compañía y permite al postulante evaluar si la propuesta encaja con sus motivaciones.
¿Cuáles son las preguntas en una entrevista de trabajo?
Existen múltiples enfoques, pero todas convergen en el mismo objetivo: recolectar evidencia. Las preguntas conductuales se apoyan en el pasado real y suelen iniciar con “Contame sobre una ocasión en la que…”; la persona describe la situación, detalla la tarea, comenta la acción y expone el resultado, siguiendo el método STAR. Las preguntas situacionales, en cambio, trasladan al interlocutor a un escenario hipotético: “¿Qué harías si un cliente estratégico reclama un cambio de rumbo urgente?”.
Las consultas técnicas miden profundidad y vigencia de conocimientos —por ejemplo, frameworks ágiles o métricas financieras—, mientras que las orientadas a la motivación revelan la conexión entre objetivos personales y la propuesta laboral. A su vez, el entrevistador presta atención a los interrogantes que plantea el candidato: allí se detecta investigación previa, curiosidad genuina y sentido de pertenencia potencial. La posta es que un buen repertorio de preguntas en una entrevista de trabajo funciona como mapa y brújula simultáneos.
¿Qué características tiene una entrevista de trabajo?
Cualquiera sea la industria, la entrevista porta ciertos rasgos comunes: formalidad, un clima respetuoso y fases bien diferenciadas. El tiempo es finito, por lo general no excede los sesenta minutos, de modo que cada pregunta necesita ser precisa y cada respuesta, sustancial.
Asimismo, la comunicación no verbal —postura, contacto visual, gestos— aporta datos tan valiosos como el discurso. Otro aspecto medular es la evaluación sistemática: el entrevistador no improvisa criterios, sino que coteja evidencias con un marco de referencia previamente consensuado. Esa disciplina marca la diferencia entre una impresión subjetiva y una decisión de contratación fundamentada.
¿Cuáles son las funciones principales de una entrevista de trabajo?
Más allá de la descripción tradicional, conviene enumerar las funciones que se solapan durante la interacción.
- Primero, evaluar saberes técnicos, potencial de aprendizaje y habilidades interpersonales.
- Segundo, seleccionar a la persona que mejor encaje en la matriz de requisitos y cultura.
- Tercero, comunicar con transparencia las expectativas y las vías de desarrollo internas.
- Cuarto, reforzar la atracción al proyectar una experiencia candidata positiva que nutra la marca empleadora.
- Quinto, verificar la consistencia de la información brindada en etapas previas.
- Por último, construir relaciones: aun si la vacante no prospera, un diálogo respetuoso sienta las bases para futuras oportunidades.
¿Cómo se elabora una entrevista de trabajo?
Todo arranca con el análisis del puesto: responsabilidades clave, resultados esperados y soft skills que impulsan el éxito. Sobre esa base se definen los objetivos concretos que guiarán la conversación. Después se elige el tipo de entrevista —estructurada, semiestructurada o libre— y se redactan las preguntas alineadas a cada competencia.
Recursos humanos suele crear una guía que incluye criterios de evaluación y un espacio para notas, evitando así sesgos y olvidos. Se coordina la agenda, se prepara el entorno —un lugar tranquilo o una videollamada con buena conectividad— y se recuerda la normativa local. Esta es, por supuesto, la Ley de Contrato de Trabajo y las regulaciones antidiscriminatorias. Antes de iniciar, el entrevistador repasa la información del candidato y, acto seguido, se concentra en generar un clima cercano, profesional y respetuoso.
¿Cuáles son las partes de una entrevista de trabajo?
La secuencia habitual se divide en tres momentos. En la introducción, se rompen los hielos: saludos, agradecimiento por el tiempo y breve descripción de la compañía. Se explica la duración aproximada y se refuerza la confianza. En el desarrollo, el entrevistador despliega la batería de preguntas y anima al candidato a profundizar en ejemplos concretos. A la vez, observa lenguaje corporal y toma notas.
Finalmente, durante el cierre, se invita al postulante a plantear inquietudes, se detallan los pasos posteriores —pruebas adicionales, fechas estimadas— y se agradece la participación. Esa despedida, cordial y clara, suele permanecer en la memoria y se transforma en el último argumento para consolidar o descartar una posible colaboración.
¿Por qué es importante realizar una entrevista de trabajo?
Si bien implica inversión de tiempo y recursos, la entrevista continúa siendo la herramienta más completa para medir variables que no se reflejan en un dossier impreso. Permite identificar actitudes, resiliencia y alineación cultural; predice desempeño futuro con mayor precisión que un test aislado y reduce el riesgo de rotación temprana. Además, protege la reputación corporativa: un proceso riguroso pero humano transmite profesionalismo y refuerza la confianza, tanto dentro como fuera de la organización.
En un país donde los costos de reemplazar a un colaborador suelen multiplicarse por la inestabilidad, acertar en la selección se vuelve vital.
¿Cómo los recursos humanos gestionan una entrevista de trabajo?
El área de recursos humanos orquesta cada engranaje. Define la estrategia, coordina agendas y distribuye roles; diseña formularios de evaluación y capacita entrevistadores en técnicas, sesgos y normativas. Durante la entrevista laboral, suele participar como facilitador o como observador. Así, garantiza que el diálogo se mantenga profesional y que cada candidato reciba un trato equitativo. Al finalizar, centraliza comentarios, clasifica evidencias y articula la decisión grupal. Además, mantiene una comunicación fluida con los postulantes, actualiza estados en el sistema y retroalimenta al negocio sobre la eficacia de cada etapa. Analizar métricas —tiempo medio hasta la contratación, índice de aceptación de oferta— le permite ajustar la metodología y elevar la calidad continua del proceso.
En síntesis, la entrevista —sobre todo la entrevista de trabajo— se erige como un puente entre la estrategia organizacional y las aspiraciones individuales. Su potencia radica en conjugar planeamiento riguroso, técnica conversacional y sensibilidad humana. Cada pregunta abre una ventana a la trayectoria, cada respuesta dibuja una perspectiva y cada silencio aporta un dato. Cuando se gestiona con ética, claridad y sentido de negocio, transforma la selección en una decisión basada en evidencia. En última instancia, perfeccionar esta práctica implica apostar al capital humano y cimentar la competitividad de la empresa en un entorno que no tolera decisiones improvisadas. Porque, al final del día, el éxito de cualquier proyecto se mide por las personas que lo llevan adelante y por la calidad del diálogo que precedió su incorporación.