En la agenda diaria de cualquier empresa en Argentina aparecen siempre los mismos temas: paritarias que se adelantan, presupuestos que se recalculan por inflación, dólares de referencia que cambian de un día para el otro. En ese paisaje tan movido, el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM) no es un dato más, sino un punto de apoyo: un piso institucional que ordena decisiones laborales, negociaciones y políticas de compensaciones. Para las áreas de recursos humanos y para la dirección en general, entender qué es, cómo se define y cómo impacta en la estructura salarial se vuelve casi tan importante como seguir la tasa de interés o el tipo de cambio.
En ese marco, el SMVM funciona como una brújula. Así, ayuda a no perder de vista el mínimo que el sistema considera necesario para una vida digna. Al mismo tiempo, opera como señal hacia adentro y hacia afuera. Cuando una organización respeta y gestiona correctamente este piso, muestra que no solo busca cumplir la ley, sino también sostener un estándar básico de justicia salarial. No es un tema para ver “cuando haya tiempo”, sino una variable central en la gestión del talento y la sostenibilidad del negocio.
¿Qué es el Salario Mínimo, Vital y Móvil en Argentina?
El Salario Mínimo, Vital y Móvil, en la normativa argentina, no es una cifra más dentro del esquema salarial. Es la remuneración mínima que debe percibir cualquier trabajador o trabajadora en relación de dependencia para asegurar condiciones de vida dignas, según lo establecen el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y la Ley de Contrato de Trabajo. En otras palabras, funciona como un piso legal: por debajo de ese umbral, ningún salario registrado debería ubicarse.
Su alcance es amplio y transversal. Abarca a todos los empleados registrados, sin distinguir sector, tamaño de la organización ni ubicación geográfica. Después aparece la capa fina de la gestión diaria: Convenios Colectivos de Trabajo que fijan escalas específicas, adicionales por función o antigüedad, categorías, premios, bonos y distintos esquemas de beneficios que se montan sobre ese mínimo y complejizan el mapa remunerativo. En términos operativos, el SMVM actúa como una “base de cálculo” que termina derramando sobre determinados conceptos: influye en alguna indemnización, en programas sociales, en prestaciones por desempleo y en otras variables de referencia del sistema laboral y previsional.
En síntesis, el SMVM condensa la idea de un piso de justicia salarial y de formalidad mínima. No define cuánto debería percibir una gerencia de finanzas o un perfil senior de IT, porque ese es otro tipo de discusión. Pero sí delimita con claridad la frontera entre una relación laboral que respeta las exigencias mínimas del marco legal y otra que queda por debajo de lo que la normativa considera aceptable.
¿Cuál es la función del Salario Mínimo, Vital y Móvil?
La función más visible del SMVM es garantizar que ningún trabajador perciba un salario inferior al establecido por ley cuando cumple una jornada legal completa. Es el límite que separa lo aceptable de lo que se considera un incumplimiento básico del estándar de protección al trabajo. Esa es la primera capa: asegurar que el sistema no convalide salarios de indigencia bajo la etiqueta de “empleo formal”.
Pero su rol va más allá. El salario mínimo se usa como referencia en la negociación colectiva y sirve como señal en las discusiones paritarias: cuando el SMVM se atrasa frente a la inflación, la tensión se traslada a los convenios y a los pedidos de recomposición salarial. También opera como instrumento de política económica: cada actualización envía un mensaje sobre cómo el Estado equilibra la protección del poder adquisitivo con la preocupación por los costos laborales y el empleo formal.
Además, el SMVM se incorpora en distintos beneficios y programas sociales, lo que amplifica su impacto. En la práctica, no solo importa cuánto se paga en el recibo de sueldo, sino también cómo se arrastra ese valor hacia otros componentes del entramado de protección social.
¿Cómo se dicta el Salario Mínimo, Vital y Móvil en Argentina?
El valor del Salario Mínimo, Vital y Móvil es fijado por el Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil. Ese Consejo reúne representantes del Gobierno, de las organizaciones sindicales y de las cámaras empresarias. No es un número decidido unilateralmente, sino el resultado de una mesa tripartita donde conviven miradas muchas veces tensas: la necesidad de preservar el empleo, la urgencia de recuperar ingresos y la presión sobre los costos empresariales.
Las actualizaciones se realizan de manera periódica, aunque en la práctica el calendario se acelera o se frena según la coyuntura. En contextos de alta inflación, como el que atraviesa Argentina desde 2023, el desfase entre la convocatoria del Consejo y el movimiento de precios se vuelve un problema concreto: cuando se termina de acordar un aumento, parte del ajuste ya fue absorbido por el costo de vida. De hecho, en 2025 hubo meses donde el salario mínimo quedó congelado pese a la inflación, con una caída real significativa.
El valor finalmente acordado se formaliza a través de resoluciones publicadas en el Boletín Oficial. A partir de ese momento, es la cifra que debe tomar cualquier empresa para calibrar contratos, escalas, liquidaciones y verificaciones de cumplimiento. El margen para la interpretación es nulo: una vez fijado el número, rige para todos.
¿Por qué es importante el Salario Mínimo, Vital y Móvil?
La importancia del SMVM tiene dos caras. Por un lado, asegura condiciones laborales mínimas y relativamente homogéneas en todo el país: establece un piso por debajo del cual el sistema no admite salarios, sin importar si se trata de un pequeño comercio o de una compañía multinacional. Por otro lado, influye de manera directa en la estructura de costos empresariales, en las contribuciones asociadas y en las bases de negociación con el sindicato y delegados.
Su cumplimiento, además, es un tema de reputación e identidad corporativa. En un entorno donde la conflictividad laboral, las denuncias y la exposición pública pueden escalar rápidamente, mostrarse ajustado al marco legal básico ya no es solo “evitar multas”, sino sostener una narrativa coherente de responsabilidad social empresaria. Las compañías que descuidan este piso envían un mensaje implícito: si se flojea en lo mínimo, ¿qué pasa con el resto de las prácticas laborales?
¿Cuál es el valor del Salario Mínimo, Vital y Móvil actual?
En noviembre de este año, el Salario Mínimo, Vital y Móvil vigente se mantiene en torno de los $322.200 mensuales para una jornada completa de 48 horas semanales, con un valor de referencia cercano a $1.610 por hora para quienes trabajan bajo modalidad jornalizada. Este monto se encuentra congelado desde agosto, mientras el Gobierno convocó al Consejo del Salario para finales de noviembre con el fin de definir una nueva actualización.
La foto de hoy, además, muestra un dato incómodo: medido en dólares, el salario mínimo argentino se ubica entre los más bajos de la región, reflejando la pérdida de poder adquisitivo acumulada en los últimos años. En otras palabras, el número nominal puede subir, pero si la inflación corre más rápido, el SMVM pierde capacidad real para cumplir su función de “piso de dignidad” en el mercado laboral.
Para dimensionar el impacto en la masa salarial, basta con un ejemplo sencillo. Si una empresa tiene un grupo de colaboradores cuyo básico se apoya directamente en el SMVM, un aumento del 20 % en ese valor mínimo se traslada casi en espejo a la liquidación de sueldo de ese segmento. Si se suman cargas sociales, adicionales y otros conceptos arrastrados, el efecto total puede ser mayor. Por eso resulta clave que RRHH integre estos escenarios en los presupuestos salariales y no se entere del impacto cuando el ajuste ya está vigente.
¿Cómo implementar el Salario Mínimo, Vital y Móvil correctamente?
La correcta implementación del SMVM arranca por lo básico: revisar contratos, escalas y grillas salariales para detectar rápidamente si algún salario quedó por debajo del mínimo legal tras la última actualización. Esto incluye no sólo las remuneraciones “de entrada”, sino también situaciones donde el salario básico quedó rezagado y se compensa con conceptos no remunerativos que no corrigen el incumplimiento de fondo.
En paralelo, es fundamental alinear los sistemas de liquidación y recibos de sueldo con los valores vigentes. En muchas empresas, el dato del SMVM está parametrizado en los sistemas de RRHH o en plantillas de Excel que circulan entre administración de personal, estudios contables y finanzas. Si ese número queda desactualizado, el error se multiplica: liquidaciones mal calculadas, diferencias a favor de los trabajadores, reclamos tardíos y potenciales contingencias judiciales.
La comunicación interna también cuenta. Cada modificación del salario mínimo puede ser una oportunidad para explicar de forma transparente cómo se ajustan los sueldos básicos, qué diferencia hay con el salario de convenio y cómo se está trabajando para sostener el poder adquisitivo dentro de las posibilidades del negocio. En lugar de comentar los cambios “de pasillo”, resulta más ordenado establecer un protocolo de actualización: quién monitorea las resoluciones, quién actualiza los sistemas y quién informa a las personas afectadas.
¿Cuáles son los beneficios del Salario Mínimo, Vital y Móvil?
Desde la perspectiva de los trabajadores, el principal beneficio del SMVM es obvio pero no menor: garantiza una base económica mínima que, aunque muchas veces quede por detrás de la inflación, establece un derecho incuestionable. Esa referencia también ordena reclamos y negociaciones, porque permite discutir sobre un dato concreto y no solo sobre sensaciones de pérdida de poder de compra.
Para las empresas, el salario mínimo puede funcionar como un amortiguador que ayuda a moverse en un camino lleno de baches regulatorios. Tener un piso claro y público reduce la discrecionalidad y facilita la comparación entre sectores, empresas y regiones. Al mismo tiempo, contribuye a la formalización laboral: cuando el costo de un trabajo registrado se aleja demasiado de la realidad del SMVM, se empiezan a ver las brechas entre lo que se declara y lo que realmente se paga.
A nivel país, el SMVM es una herramienta más en el intento de equilibrar lo social y lo económico. No corrige por sí solo la desigualdad, ni resuelve la informalidad estructural, pero sí es un componente clave de cualquier política que busque compatibilizar competitividad, inversión y cohesión social.
¿Qué rol tienen los recursos humanos en el Salario Mínimo, Vital y Móvil?
El área de recursos humanos ocupa un lugar central en la gestión del SMVM. Su primer rol es estar informada. Esto incluye seguir de cerca las resoluciones del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil. También revisar el Boletín Oficial y chequear fuentes confiables cuando se anuncian cambios. Todo esto es fundamental en un entorno en el que los rumores en redes sociales corren más rápido que las normas formales.
El segundo rol es traducir la norma en práctica concreta. Eso implica actualizar sueldos básicos y escalas, además de revisar legajos. También se deben controlar las bandas salariales de ingreso y asegurar que no haya categorías por debajo del mínimo. En empresas grandes, esta tarea se vuelve un trabajo de coordinación fina entre diversas áreas. Estas incluyen a RRHH corporativo, unidades de negocio, estudios jurídicos y finanzas, porque cualquier cambio en el piso puede disparar cascadas de ajustes hacia arriba.
Por último, RRHH tiene un rol pedagógico hacia la organización. Esto incluye capacitar a líderes y responsables de área sobre qué es el SMVM, cómo se diferencia del salario de convenio y por qué su gestión no es solo un tema de “cumplir la ley”, sino una pieza más de la estrategia de equidad interna y retención de talento. En un contexto de volatilidad, quienes logran explicar bien estas reglas generan más confianza y reducen la fricción cuando los incrementos no alcanzan a compensar totalmente la inflación.
Conclusión
El Salario Mínimo, Vital y Móvil no es solo un número publicado cada tanto en el Boletín Oficial. Es un indicador de la salud económica del país, un termómetro del conflicto distributivo y, al mismo tiempo, un componente básico de cualquier política de compensación responsable. Para las empresas, gestionarlo bien significa algo más que evitar multas. Implica demostrar que la competitividad no se construye a costa de vulnerar el mínimo de dignidad que la sociedad decidió garantizar por ley.
Preguntas frecuentes
¿Qué rol tiene el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social frente al salario mínimo?
El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social actúa como autoridad de aplicación y articulador político del salario mínimo. Convoca al Consejo del Salario, homologa los acuerdos y los transforma en resoluciones oficiales. Cuando hay conflictos o denuncias por incumplimiento, sus inspectorías y delegaciones provinciales terminan siendo la “cancha” donde se juega buena parte de la discusión.
¿Cómo se conecta el salario mínimo con los aportes e información de AFIP?
Aunque la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA), ex Administradora Federal de Ingresos Públicos (AFIP), no fija el SMVM, sí recibe y controla la película completa de aportes y contribuciones asociadas a cada salario declarado. Si los básicos figuran por debajo del salario mínimo, la inconsistencia queda expuesta en inspecciones, cruces sistémicos y requerimientos formales.
¿De qué manera influye el SMVM en prestaciones y programas administrados por ANSES?
Varios beneficios y topes de ingreso que gestiona Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) toman el salario mínimo como referencia: prestaciones por desempleo, algunos programas sociales y determinados parámetros del sistema previsional. Cuando el SMVM se actualiza, se mueven también esos umbrales. Por eso, para una empresa, seguir este dato ayuda a anticipar consultas internas sobre compatibilidad de ayudas, asignaciones o cambios en requisitos.
¿Qué cuidados tomar en la nómina y sistemas de liquidación?
En la nómina, el error clásico es dejar desactualizado el parámetro del salario mínimo en el sistema o en las plantillas de Excel. Eso termina en básicos por debajo del piso legal, diferencias retroactivas y horas de trabajo en Argentina corrigiendo recibos. Lo más sano es definir un responsable claro, rutinas de control y reportes periódicos que marquen desvíos antes de que exploten.
¿Cómo incide el salario mínimo en esquemas de trabajo remoto o híbrido?
En trabajo remoto, a veces se confunde flexibilidad con margen para pagar por debajo del piso. El salario mínimo se aplica igual, la persona trabaje desde la oficina, la casa o un modelo mixto. Lo que sí cambia es la conversación sobre otros costos, como la conectividad o el equipamiento. Separar bien esos componentes evita mezclar ahorro operativo con recorte salarial encubierto.
¿Qué vínculo tiene el SMVM con la cultura organizacional?
La forma en que una empresa gestiona el salario mínimo dice mucho de su cultura organizacional. Si se lo ve como un “obstáculo de costos”, el mensaje implícito es que el estándar de dignidad legal es un techo. Si se lo asume como base y se construye por encima, se refuerza una narrativa de respeto, justicia interna y juego de largo plazo con el talento.
¿Qué impacto tiene el SMVM en viáticos y beneficios que se pagan por fuera del básico?
Los viáticos y otros beneficios no reemplazan el piso que marca el SMVM. Funcionan como complementos, no como sustitutos. En la práctica, si una organización intenta “equilibrar” con extras lo que no cumple en el básico, las inspecciones —y a veces las discusiones en pasillo— lo exponen rápido. Separar ambos mundos evita contingencias y mantiene previsibilidad operativa.
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