Resiliencia: ¿Qué es? ¿Cuál es su objetivo?

Tabla de contenidos

  1. ¿Qué es la resiliencia?
  2. ¿Cuándo se es resiliente?
  3. ¿Cuáles son los pilares de la resiliencia?
  4. ¿Qué tipos de resiliencia existen?
  5. ¿Cuándo se tiene resiliencia en el trabajo?
  6. ¿Cuál es el objetivo de tener resiliencia en el entorno laboral?
  7. ¿Por qué es importante contar con resiliencia en el trabajo?
  8. ¿Qué papel cumplen las empresas para fomentar la resiliencia en sus empleados?
  9. ¿Cómo recursos humanos pueden apoyar a la resiliencia?

Marta siempre destacaba por su actitud positiva en el trabajo. Sin embargo, todo cambió cuando su empresa enfrentó una reestructuración. Con tanto cambio encima, más trabajo del habitual y roces entre compañeros, hasta Marta, que normalmente se mantiene tranquila, empezó a sentirse saturada. Pero en lugar de llenarse de más nervios, Marta se centró en lo que sí estaba en sus manos. Se reunió con sus compañeros, preguntó lo que no entendía, buscó ayuda cuando hizo falta y se dio sus tiempos para bajar la ansiedad como mejor pudo. Poco a poco, fue saliendo adelante. Y sin querer, su actitud fue contagiando al resto.

Eso es la resiliencia. No es solo aguantar, sino aprender a adaptarse, a levantarse cuando las cosas se complican y seguir dándole con otra actitud. Y no es una cosa que se queda en lo personal: en el trabajo, puede cambiar todo el ambiente.

En este artículo te vamos a contar cómo fortalecer esa capacidad, por qué es tan importante y cómo puede hacer la diferencia en cualquier equipo de trabajo.

¿Qué es la resiliencia?

Es esa fuerza que uno saca cuando todo se pone difícil. No se trata de evitar los problemas o hacerse el fuerte como si nada pasara. Más bien, es tener la capacidad de adaptarse, levantarse y seguir adelante, incluso cuando la vida te da la vuelta.

La resiliencia es como ese bambú que con el viento fuerte se dobla, pero no se quiebra. O como esos puentes colgantes que se mueven, se sacuden, pero siguen firmes y aguantan todo. También se parece a un ave que, en vez de pelearse con el viento, lo usa para volar más alto.

Al final, ser resiliente no es aguantar por aguantar. Es aprender de los tropiezos, salir más fuerte y seguir creciendo, incluso en medio del caos.

¿Cuándo se es resiliente?

Ser resiliente no quiere decir que no te duela lo que pasa o que nada te afecte. Es más bien tener la capacidad de levantarte cuando las cosas no salen bien, aprender de eso y seguir adelante con más ganas.

Las personas resilientes no le huyen a los problemas. Los enfrentan, respiran hondo y buscan cómo salir de ahí, aunque cueste. Y no es que siempre estén bien, pero sí tienen esa actitud de “vamos, hay que seguir”.

Algunas cosas que suelen tener en común son:

  • Son positivos sin caer en lo ingenuo. Saben que todo problema tiene un fin y que algo bueno puede salir de ahí.
  • Se adaptan rápido. Si algo cambia, no se quedan estancados; buscan cómo moverse con lo que hay.
  • Tienen cabeza fría para los problemas. Analizan, preguntan, buscan opciones, no se dejan llevar por el apuro.
  • Confían en sí mismos. Saben lo que valen y lo que son capaces de hacer.
  • Y cuando hay estrés, lo manejan. Algunos hacen deporte, otros hablan con alguien, otros se dan su espacio. Pero lo canalizan.

Esta forma de ser ayuda mucho en situaciones como asumir un nuevo puesto, aprender de un error grande o reinventarse cuando algo importante no salió como se esperaba. La resiliencia no es solo para “soportar”. Es para crecer con cada caída.

¿Cuáles son los pilares de la resiliencia?

Para poder levantarse después de una ída, la resiliencia se aguanta en tres cosas que van juntas: lo que pensamos, la gente que nos rodea y cómo nos tratamos. Por un lado, está la parte mental. Aquí influye mucho cómo vemos los problemas. La gente resiliente suele pensar que las cosas difíciles son pasajeras, que de alguna forma van a encontrar la manera de salir adelante.

La autoeficacia, o la creencia en la propia capacidad para superar desafíos, también juega un papel crucial, junto con la habilidad de manejar las emociones de forma saludable, regulándolas y entendiéndolas.

Después está el lado social. Y es que nadie sale solo de una tormenta. Tener cerca a alguien que escuche, dé una mano o simplemente esté ahí, hace toda la diferencia. Sean amigos, familia o compañeros de trabajo, ese apoyo ayuda a no sentirse solo y a recuperar fuerzas cuando parece que no se puede más.

Y por último, está el cuerpo. Porque no hay mente fuerte sin salud. Dormir bien, alimentarse mejor y moverse un poco ayuda a que uno esté más preparado para manejar el estrés. Además, el cerebro mismo se adapta, cambia, se reajusta después de pasar por momentos duros. Eso también es ser pilas para salir adelante. En resumen, estas tres cosas —lo que pensamos, la gente que nos rodea y cómo nos tratamos— son las que nos aguantan cuando la cosa se pone dura. Y cuando jalan juntas, hacen que no solo pasemos el trago amargo, sino que podamos levantarnos con más brío.

¿Qué tipos de resiliencia existen?

La resiliencia no se limita a una sola habilidad ni a un único contexto; puede manifestarse de diferentes formas, dependiendo de los retos que enfrentemos.

Resiliencia individual

Es la capacidad personal para adaptarse y superar momentos difíciles, como una pérdida, un cambio importante o una enfermedad. Esta forma de resiliencia nos ayuda a encontrar fortaleza interna para avanzar y aprender de las experiencias. Imagina a un profesional que pierde su empleo, pero utiliza esa situación como una oportunidad para adquirir nuevas habilidades y conseguir un mejor puesto.

Resiliencia organizacional

En el mundo de las empresas, el aguante se ve cuando las organizaciones son pilas para acomodarse a los cambios que nadie esperaba o para superar las malas rachas, como cuando la economía se va para abajo o hay problemas mundiales. Por ejemplo, muchas empresas que en la pandemia se cambiaron a trabajar desde la casa pudieron seguir produciendo e incluso se llevaron mejor con sus empleados gracias a que supieron cómo adaptarse.

Resiliencia comunitaria

Este aguante es de todos. Se nota cuando toda la gente de un barrio se une para superar cosas feas, como cuando hay un terremoto o problemas graves en la sociedad. Un ejemplo son los vecinos que se organizan para reconstruir sus casas y su barrio después de un temblor, demostrando que cuando todos jalan para el mismo lado, las comunidades son más fuertes para enfrentar lo que venga.

Aunque se vean diferentes, el aguante en las empresas y entre la gente tienen algo en común: la capacidad de acomodarse, aprender y salir más fuertes después de los problemas.

¿Cuándo se tiene resiliencia en el trabajo?

En la oficina, ser resiliente se ve cuando uno tiene la resiliencia para acomodarse a los cambios que siempre hay, superar los retos y seguir concentrado aunque el ambiente esté pesado. ¿Te ha pasado que un proyecto no salió como uno quería o que te dieron una tarea nueva que no esperabas? En esas situaciones, demostrar resiliencia significa mantener la cordura, buscar cómo resolver las cosas y ver el problema como una chance para aprender.

Por ejemplo: Un equipo de trabajo que se reorganiza después de una reestructuración corporativa, manteniendo la productividad y la motivación.

¿Cuál es el objetivo de tener resiliencia en el entorno laboral?

En la oficina, ser resiliente es lo que te ayuda a seguir adelante cuando algo no sale como uno quería. Es ser pilas para acomodarse, no dejarse bajonear por los cambios, y seguir concentrado aunque todito se haya virado.

Seguro te ha pasado: te encasquetaron algo de un rato para otro, o un proyecto al que le metiste ganas no funcionó. En esos momentos, ser resiliente no es hacerse el machito, sino tomar aire, bajarle un poco, y pensar: «¿y ahora qué?». Es esa habilidad para darle la vuelta a la cosa y sacarle algo bueno.

Un buen ejemplo de eso es cuando una empresa se reestructura y, aun así, el equipo se organiza, se da una mano y logra seguir cumpliendo con el trabajo sin acomplejarse. Esa actitud —la de no dejarse caer— es la que marca la diferencia.

¿Por qué es importante contar con resiliencia en el trabajo?

Ponte a pensar en un ambiente de trabajo donde todo está cambiando: tecnologías nuevas, problemas mundiales, trabajar desde la casa… Todo esto pide empleados y empresas que no solo aguanten, sino que les vaya bien.

La resiliencia nos ayuda a manejar la presión, superar las malas rachas y cuidar nuestra salud mental. Pero no es solo por nosotros; cuando somos resilientes, también ayudamos a que el ambiente de trabajo sea mejor, echándonos una mano entre todos y logrando el éxito juntos.

¿Qué papel cumplen las empresas para fomentar la resiliencia en sus empleados?

Las empresas tienen un papel clave en este proceso. Un ambiente laboral positivo, que valore y apoye a los empleados, puede marcar la diferencia. Aquí hay algunas formas en que las organizaciones pueden ayudar:

  • Reconocer y valorar el trabajo: Cuando los empleados sienten que su esfuerzo vale, se motivan más para enfrentar los retos.
  • Enseñar a manejar el estrés: Dar talleres prácticos, como mindfulness o técnicas para relajarse, puede ser una gran ayuda.
  • Dar chance de ser flexibles: Opciones como trabajar desde la casa o tener horarios que se puedan mover permiten que los empleados manejen mejor su vida personal y el trabajo.

¿Cómo recursos humanos pueden apoyar a la resiliencia?

El área de Talento Humano no solo está para contratar o hacer trámites. También puede ser un gran apoyo cuando se trata de ayudar a las personas a sobrellevar momentos duros en el trabajo. De hecho, muchas veces son quienes pueden encender esa chispa para que el equipo se sienta más fuerte y preparado ante cualquier cambio.

 

Por ejemplo, pueden organizar talleres para manejar el estrés, ofrecer acceso a apoyo psicológico o armar espacios donde el equipo se junte, se escuche y se apoye. Cosas simples como esas hacen que la gente se sienta acompañada, y no sola frente a los problemas. También pueden tomarse el tiempo de conversar con los colaboradores, hacer encuestas internas o simplemente preguntar cómo están. Así se pueden detectar necesidades reales y ofrecer herramientas que sirvan, desde lo emocional hasta lo profesional.

 

Hoy más que nunca, ser resiliente es clave. Las cosas cambian rápido, y tener la capacidad de adaptarse sin venirse abajo puede marcar una gran diferencia. No se trata solo de resistir, sino de aprender, crecer y seguir con más claridad. Y esto aplica para todos. Si trabajas en una empresa, puedes fortalecer tu resiliencia con pequeñas acciones diarias. Y si eres parte del área de Talento Humano o empleador, crea un ambiente donde la gente sepa que puede contar contigo, donde se sientan valorados.

Porque cuando una persona se siente bien, trabaja mejor. Y cuando un equipo es resiliente, toda la empresa lo nota.

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