Jubilación: ¿Qué es? ¿Cómo prepararse?

Tabla de contenidos

  1. ¿Qué se entiende por jubilación en Chile?
  2. ¿Para qué sirve la jubilación?
  3. ¿Cuál es la edad de jubilación en Chile?
  4. ¿Cómo se debe preparar la jubilación?
  5. ¿Cuánto es la jubilación mínima?
  6. ¿Cuál es la diferencia entre jubilación y pensión?
  7. ¿A qué se refiere la pensión de jubilación?
  8. ¿Cuál es el mínimo de pensión de jubilación?
  9. ¿Cuándo se puede acceder a una jubilación anticipada?
  10. ¿En qué casos se puede tener una jubilación anticipada por enfermedad?
  11. ¿Cómo tramitar el certificado de jubilación?
  12. ¿Cuál es el papel de los recursos humanos frente a la jubilación?

Hablar de jubilación es mucho más que pensar en el fin de una carrera. Es una etapa que remueve estructuras, tanto para quien deja su puesto como para la empresa que lo vio crecer. No es un simple trámite. Es un punto de inflexión que, bien abordado, puede convertirse en un cierre digno y valioso. En organizaciones con equipos de larga data, dejar este tema al azar ya no tiene sentido. Acompañar el retiro con respeto, realismo y humanidad forma parte (cada vez con más fuerza) de una gestión del talento que se toma en serio a las personas.

En Chile, este tema ha estado en el centro del debate público por décadas. Desde que se instaló el sistema de capitalización individual en 1981, las reglas del juego han cambiado varias veces, siempre con el foco en mejorar los montos y la cobertura. ¿El problema? Que en la práctica, muchas pensiones siguen siendo insuficientes para garantizar una vejez digna. Y eso impacta directa o indirectamente en la empresa, en la cultura interna, en los equipos que quedan y en la imagen externa.

Hoy, entender cómo funciona este sistema y qué se puede hacer desde la gestión de personas para preparar el camino hacia una buena jubilación no es solo una cuestión previsional. Es parte del rol estratégico que RRHH ha ido asumiendo con fuerza en los últimos años.

¿Qué se entiende por jubilación en Chile?

En términos simples, jubilarse significa dejar de trabajar formalmente y comenzar a recibir un ingreso mensual por los años cotizados. Pero detrás de esa definición hay un proceso con varias aristas. En Chile, quien trabaja debe aportar a una cuenta personal, administrada por una Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), donde se acumulan los fondos que luego se transforman en pensión. Ese monto dependerá de lo que se haya ahorrado, de la rentabilidad obtenida y del tipo de retiro que se elija.

Existen distintas alternativas: retiro programado, renta vitalicia o una combinación de ambas. Cada una tiene implicancias diferentes en cuanto a seguridad, montos y duración.

Además, para quienes llegan al final de su vida laboral sin fondos suficientes, el Estado ha creado mecanismos de apoyo como el Pilar Solidario. Esto permite que, incluso sin un historial de cotizaciones robusto, las personas puedan acceder a un ingreso mínimo para enfrentar esta etapa.

Desde RRHH es importante comprender que este proceso no es uniforme ni automático. Acompañar a los colaboradores que se acercan a la jubilación implica mucho más que trámites: se trata de orientar, contener y ofrecer certezas en un momento de alta carga emocional y práctica.

¿Para qué sirve la jubilación?

Más allá de lo financiero, la jubilación cumple funciones clave para cerrar bien el ciclo laboral. No se trata solo de recibir una pensión: es una etapa que, si se planifica con tiempo y sentido, puede ser profundamente satisfactoria. ¿Qué aspectos la hacen tan relevante?

  • Sustento económico: Es el punto de partida. Una pensión razonable permite a las personas cubrir sus necesidades básicas sin tener que depender de familiares o ayudas externas. Esto alivia tanto al trabajador como a su entorno.
  • Tiempo para disfrutar lo postergado: Después de años trabajando, poder disponer del propio tiempo para viajar, descansar, dedicarse a un hobby o simplemente estar en casa con tranquilidad, es parte del valor simbólico que tiene este momento.
  • Bienestar y salud integral: Cuando se llega a esta etapa con una buena red de apoyo y una planificación adecuada, es más probable que se mantenga una vida activa, con acceso a salud, actividades recreativas y vínculos sociales.
  • Reconocimiento al aporte laboral: Jubilarse también es una forma de decir “misión cumplida”. Desde las empresas, generar rituales o prácticas que visibilicen este cierre dignifica el proceso y refuerza la cultura organizacional.

¿Cuál es la edad de jubilación en Chile?

El sistema chileno define edades legales distintas según el género:

  • 65 años para los hombres
  • 60 años para las mujeres

Sin embargo, no es un límite rígido. Hay quienes pueden jubilarse antes si logran acumular un fondo que les permita financiar una pensión similar al 70% del promedio de su sueldo de los últimos diez años. Esto aplica especialmente a quienes tuvieron buenos ingresos y una trayectoria laboral estable.

También existen regímenes especiales para trabajos considerados pesados o de alto riesgo. En esos casos, los requisitos son más flexibles y la edad de retiro puede anticiparse. Por otro lado, para quienes no logran juntar el mínimo requerido, entran en juego mecanismos de apoyo estatal como las pensiones solidarias.

Desde la mirada organizacional, esto implica que no todos los retiros son iguales ni se pueden tratar como un trámite estandarizado. Detectar con tiempo qué colaborador está próximo a su retiro, cómo llega a esa etapa y qué alternativas tiene es parte de una buena planificación interna.

¿Cómo se debe preparar la jubilación?

La transición al retiro no ocurre de un día para otro. Es un proceso que idealmente se empieza a trabajar con años de anticipación. Desde la gestión de personas, hay varias acciones que pueden marcar la diferencia:

  • Información clara y oportuna: Conocer el sistema, entender cómo funcionan las AFP, qué derechos existen y qué trámites se deben realizar. La Superintendencia de Pensiones ofrece recursos útiles, pero también se pueden canalizar talleres o sesiones informativas internas.
  • Proyección financiera realista: Calcular cuánto se recibirá y si eso alcanza para mantener el estilo de vida deseado. Usar simuladores de pensión, revisar ingresos esperados y gastos estimados ayuda a tomar decisiones informadas.
  • Ahorros complementarios: No todo depende de la cotización obligatoria. Herramientas como los Ahorros Previsionales Voluntarios (APV) o cuentas individuales adicionales pueden dar un colchón extra para enfrentar esta etapa con más holgura.
  • Apoyo profesional y emocional: No es raro que el retiro genere ansiedad o dudas. Por eso, tener acceso a asesoría financiera, pero también a orientación psicológica o de bienestar, puede ser clave para vivir esta transición sin sobresaltos.
  • Vida activa más allá del trabajo: Fomentar actividades sociales, recreativas o comunitarias prepara a las personas para una etapa donde el rol productivo ya no define la identidad. Muchas veces, eso marca la diferencia entre una jubilación pasiva y una vida plena.

¿Cuánto es la jubilación mínima?

Cuando los fondos acumulados no alcanzan para generar una pensión adecuada, el Estado chileno ofrece dos herramientas fundamentales dentro del Pilar Solidario:

  • Pensión Básica Solidaria (PBS): Está destinada a quienes no acceden a una pensión contributiva. Su monto se fija por ley y se ajusta regularmente para mantener su valor real.
  • Aporte Previsional Solidario (APS): Es un complemento para personas que sí cotizaron, pero cuyo fondo no alcanza para llegar al mínimo. El Estado entrega un monto adicional para mejorar esa pensión base.

Ambos beneficios se otorgan según ciertos requisitos, como estar en el 60% más vulnerable del Registro Social de Hogares y cumplir con la edad legal de retiro. Para conocer los valores actualizados y postular, se puede recurrir al Instituto de Previsión Social (IPS) o llamar directamente a ChileAtiende al 101.

Para las empresas, tener claro este tipo de información no es solo una muestra de preocupación por quien deja la organización. También es una pieza más dentro de la estrategia de beneficios y, en el fondo, una forma concreta de reforzar la marca empleadora. Porque cómo se acompaña el cierre de una etapa laboral dice mucho de la cultura interna y del valor que realmente se le da a las personas.

¿Cuál es la diferencia entre jubilación y pensión?

Aunque suelen usarse como sinónimos, son conceptos distintos. Entender la diferencia permite tomar mejores decisiones, tanto a nivel individual como desde la gestión de equipos.

  • Jubilación: Es el acto de dejar formalmente de trabajar una vez que se cumplen los requisitos establecidos. Marca el cierre de la vida laboral activa y se tramita dentro del sistema previsional.
  • Pensión: Es el ingreso mensual que se recibe una vez jubilado. Puede venir de los fondos acumulados en la AFP, de una renta vitalicia contratada con una aseguradora o de beneficios estatales.

Es posible jubilarse y no cobrar pensión de inmediato (por ejemplo, si aún no se tramita). Existen situaciones (invalidez o beneficios por sobrevivencia) en las que una persona puede empezar a recibir una pensión antes de la edad legal. Para las áreas de RRHH, entender bien esta diferencia es fundamental: permite orientar con precisión a quienes se acercan a la jubilación y necesitan claridad sobre su escenario particular.

¿A qué se refiere la pensión de jubilación?

En Chile, cuando se habla de pensión de jubilación, se está hablando del ingreso que una persona recibe una vez que cierra formalmente su etapa laboral. No es un monto único ni automático, y tampoco se da de la misma forma para todos. Existen diferentes modalidades, cada una con sus propias reglas, condiciones y alcances. Y conocerlas, desde la gestión de personas, es clave para entregar orientación clara y acompañar con criterio.

Pensión de vejez

Es la más conocida. Se activa al alcanzar la edad legal de retiro —65 años para los hombres, 60 para las mujeres— y su monto depende del saldo acumulado en la cuenta individual de la AFP, además del tipo de retiro que se elija (renta vitalicia, retiro programado, etc.). Si ese saldo no alcanza el mínimo, el sistema contempla apoyos estatales, como la PGU o el Pilar Solidario.

Pensión de invalidez

Aplica cuando una persona sufre una condición médica que le impide seguir trabajando. En estos casos, es una comisión médica la que evalúa el caso y determina si corresponde otorgar el beneficio. No es un proceso inmediato, y suele implicar tiempos de espera y documentación específica.

Pensión de sobrevivencia

Si el afiliado fallece, los beneficiarios legales —como el cónyuge, conviviente civil, hijos o en algunos casos los padres— pueden acceder a esta pensión, siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos establecidos por la ley.

Cada modalidad tiene su propio entramado legal, y los detalles importan. Desde RRHH, manejar esta información permite evitar errores comunes, aclarar dudas con tiempo y, sobre todo, brindar contención real en momentos delicados, como una enfermedad, una desvinculación anticipada o el fallecimiento de un colaborador. En esos contextos, la diferencia entre una gestión fría y una gestión humana se nota. Y se valora.

¿Cuál es el mínimo de pensión de jubilación?

No todas las personas llegan al final de su vida laboral con los fondos suficientes para sostenerse sin ayuda. Para esos casos, el Estado chileno ofrece un piso mínimo a través del Pilar Solidario. Esta red de apoyo busca asegurar que quienes no lograron reunir lo necesario en su AFP puedan contar, al menos, con un ingreso básico.

Existen dos herramientas principales:

  • Pensión Básica Solidaria de Vejez (PBSV): Está pensada para quienes no tienen una pensión contributiva o las cotizaciones no les alcanzan. El requisito clave: pertenecer al 60% más vulnerable según el Registro Social de Hogares.
  • Aporte Previsional Solidario de Vejez (APSV): Aplica para quienes sí cotizaron, pero cuya pensión resulta menor al mínimo legal. El Estado complementa ese ingreso hasta un monto definido por ley.

Los montos se ajustan periódicamente, por lo que conviene revisar los valores actualizados en el sitio web del Instituto de Previsión Social o directamente llamando al 101 de ChileAtiende. Para RRHH, manejar esta información puede ser clave a la hora de acompañar a quienes están prontos a retirarse, especialmente si sus condiciones previsionales son más ajustadas.

¿Cuándo se puede acceder a una jubilación anticipada?

En Chile, hay ciertas condiciones que permiten acceder al retiro antes de la edad legal. No es la norma, pero existe. Y para algunas trayectorias laborales, puede hacer sentido.

Para optar a la jubilación anticipada, se deben cumplir varios criterios a la vez:

  • Haber cotizado durante un período significativo en el sistema previsional.
  • Contar con un fondo suficiente en la AFP que permita financiar una pensión equivalente al 70% del promedio de remuneraciones de los últimos diez años.
  • Que esa pensión proyectada sea igual o mayor al 80% de la pensión mínima con aporte solidario vigente.

Cuando se cumple con esos requisitos, la persona puede solicitar el retiro antes de tiempo y elegir el tipo de pensión que mejor le acomode. Desde RRHH, esto implica estar atentos a quienes podrían calificar y acompañar ese proceso con información y planificación. No se trata solo de “irse antes”, sino de hacerlo con claridad y respaldo.

¿En qué casos se puede tener una jubilación anticipada por enfermedad?

Cuando la salud ya no permite seguir trabajando, el sistema ofrece caminos especiales para retirarse antes. No es automático, ni sencillo, pero existe y puede ser un alivio real para quienes enfrentan enfermedades complejas.

Estas son las vías más frecuentes:

  • Invalidez total o parcial: Si una Comisión Médica determina que la persona ha perdido al menos el 50% de su capacidad laboral, puede acceder a una pensión de invalidez. En caso de invalidez total, el monto se calcula sobre el 70% del promedio de ingresos de los últimos diez años.
  • Enfermedades graves o terminales: Cuando una enfermedad reduce de forma significativa la expectativa de vida, el afiliado puede solicitar el retiro anticipado de sus fondos. Esto permite acceder antes a un ingreso que ayude a sobrellevar esa etapa.
  • Cumplimiento de requisitos previsionales mínimos: Aunque haya razones médicas, también es necesario haber estado afiliado a una AFP y contar con cierto número de cotizaciones.

Para iniciar el trámite, se debe presentar una solicitud a la AFP junto con certificados médicos y una evaluación de la Comisión Médica. En este tipo de situaciones, el apoyo de RRHH es más que valioso: facilita la recopilación de antecedentes, orienta en el proceso y aporta contención en un momento difícil.

¿Cómo tramitar el certificado de jubilación?

Este documento no es solo un requisito más dentro del sistema previsional. Acreditar formalmente que una persona ya está jubilada es clave para acceder a distintos beneficios, cerrar trámites pendientes o simplemente dejar constancia oficial del cierre de la etapa laboral. El proceso no es complicado, pero conviene tener bien claro cómo se hace para no perder tiempo ni generar frustraciones.

Dónde solicitarlo

El primer paso es acercarse a la AFP en la que está afiliada la persona. Algunas ya permiten hacer este trámite en línea, de manera bastante simple, mientras que otras aún lo exigen de forma presencial en sucursal. No hay una fórmula única, así que lo ideal es revisar caso a caso.

Qué documentos se necesitan

Lo esencial es tener la cédula de identidad vigente. En ciertos tipos de jubilación —como la anticipada o por invalidez— pueden pedir documentación adicional que confirme que la persona cumple con los requisitos legales. No es lo más frecuente, pero puede pasar.

Cómo obtenerlo

Una vez ingresada la solicitud, el certificado se puede entregar en formato digital o impreso, según el canal que se haya usado. Si la documentación está completa, la entrega suele ser rápida y sin mayores vueltas.

Desde RRHH, apoyar este proceso no es un favor: es parte del rol que nos toca cuando hablamos de gestión previsional responsable. En empresas con alta dotación o donde ya hay colaboradores acercándose al retiro, contar con protocolos claros para estos trámites evita malentendidos y da una señal potente: que el acompañamiento no se corta cuando alguien deja su cargo, sino que sigue hasta el final con el mismo respeto que hubo al inicio.

¿Cuál es el papel de los recursos humanos frente a la jubilación?

Si bien jubilarse es una decisión personal, el rol que juega RRHH en ese camino es más importante de lo que a veces se cree. Acompañar esta etapa puede marcar una gran diferencia en cómo se vive ese cierre laboral.

Entregar información clara y oportuna

Qué opciones existen, qué trámites hay que hacer, cómo se calcula una pensión. Desde el área de personas, orientar al colaborador evita que tome decisiones a ciegas o postergue procesos clave.

Facilitar lo administrativo

Ayudar a reunir los documentos, coordinar con la AFP, hacer seguimientos. Un proceso que podría tomar semanas se puede simplificar muchísimo con apoyo institucional.

Diseñar una salida progresiva

Algunas empresas aplican modelos de retiro flexible: reducción de jornada, mentorías internas o participación en programas de cierre. Esto permite que el paso a la jubilación no sea abrupto.

Ofrecer espacios de preparación personal

Talleres sobre manejo financiero, salud emocional o nuevos proyectos post-retiro pueden generar un impacto enorme en la calidad de vida posterior. Y también en la percepción interna de la empresa como lugar que cuida a su gente.

Al final del día, la jubilación es una etapa natural del ciclo laboral. Y como tal, debe ser planificada, respetada y acompañada con la misma seriedad con que se aborda cualquier otra fase de la vida profesional.

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