Tabla de contenidos
- ¿Qué es una auditoría en Chile?
- ¿Cuál es la función de la auditoría?
- ¿Cuáles son los tipos de auditoría?
- ¿Cómo se lleva a cabo una auditoría?
- ¿Cuáles son las etapas de la auditoría?
- ¿Cómo se establece un plan de auditoría?
- ¿Cuáles son los criterios de auditoría?
- ¿Cómo se redacta el informe de auditoría?
- ¿Cuál es la importancia de una auditoría?
- ¿En qué consiste una auditoría de recursos humanos?
Hoy en día, en el mundo empresarial chileno, hablar de eficiencia, transparencia o cumplimiento legal ya no es opcional. Es parte del día a día. Y en ese contexto, la auditoría dejó hace rato de ser un trámite que se cumple por obligación. Ahora cumple un rol mucho más estratégico, sobre todo para quienes están al frente de las decisiones y buscan que su organización opere con orden, proyección y credibilidad.
Da lo mismo si se trata de una multinacional, una empresa familiar o una startup en expansión. Tener procesos auditados con criterio permite detectar a tiempo lo que normalmente queda fuera del radar: errores, riesgos que pueden escalar, ineficiencias que cuestan caro o espacios de mejora que, bien aprovechados, hacen la diferencia.
Este artículo entra de lleno en ese terreno. Propone una mirada práctica, realista y útil sobre cómo abordar una auditoría con foco en la gestión estratégica, especialmente en áreas sensibles como personas, procesos internos y cumplimiento normativo.
¿Qué es una auditoría en Chile?
Hoy por hoy, en el mundo empresarial chileno, la auditoría dejó de ser un simple “chequeo de papeles”. Se ha transformado en una herramienta que aporta mirada crítica, orden y criterio. Sirve no solo para demostrar que todo está en regla, sino (y sobre todo) para entender cómo se están haciendo realmente las cosas. Ayuda a detectar errores antes de que se conviertan en problemas mayores y, al mismo tiempo, refuerza la confianza tanto al interior del equipo como hacia el entorno externo.
En Chile, este proceso está regulado según el tipo de actividad y los organismos involucrados. No es lo mismo auditar una empresa regulada por la CMF que una pyme con foco en el mercado local, pero en todos los casos se busca lo mismo: garantizar transparencia, eficiencia y cumplimiento.
Hay distintas formas de abordarla
- Interna: realizada por profesionales de la misma empresa, que conocen el terreno y los procesos.
- Externa: a cargo de entidades independientes, con el objetivo de validar que todo esté conforme a la normativa y generar confianza hacia terceros.
Hoy, más que nunca, la auditoría es una práctica estratégica. Bien ejecutada, ayuda a anticiparse a riesgos, a ordenar procesos clave y a generar decisiones mejor informadas.
¿Cuál es la función de la auditoría?
Hablar de auditoría es hablar de control, sí, pero también de aprendizaje. Su rol no se limita a buscar errores o señalar fallas. También apunta a mejorar, a visibilizar lo que funciona y a reforzar prácticas que muchas veces pasan desapercibidas.
Entre sus funciones más relevantes, destacan:
- Revisar cumplimiento legal: Desde las leyes laborales hasta los deberes tributarios, una auditoría bien hecha detecta incumplimientos que pueden pasar por alto en la rutina diaria.
- Detectar problemas a tiempo: No siempre se trata de fraudes. Muchas veces son errores administrativos, prácticas ineficientes o falta de claridad en los procesos.
- Optimizar la gestión interna: Permite identificar con claridad qué partes del día a día podrían andar más finas, dónde se están generando trabas innecesarias o en qué puntos se están perdiendo recursos que podrían aprovecharse mejor.
- Reforzar credibilidad: Clientes, inversionistas, e incluso los propios equipos, valoran que una empresa se someta regularmente a auditorías. Habla bien de su cultura.
- Informar decisiones clave: Los reportes resultantes entregan datos duros que sirven para definir acciones estratégicas con más certeza.
Al final, lo que se busca con una auditoría no es solo controlar, sino ayudar a construir una empresa más robusta, adaptable y confiable.
¿Cuáles son los tipos de auditoría?
En el mundo corporativo chileno, la palabra auditoría no tiene una sola cara. Existen distintas variantes, cada una con su propio foco, pero todas orientadas a examinar el desempeño y la adherencia a la normativa.
Principales tipos de auditoría:
- Financiera: Revisa los estados contables de la empresa. Evalúa si se están presentando de forma veraz y conforme a los estándares exigidos, algo clave para inversionistas y entidades reguladoras.
- Tributaria: Examina el cumplimiento frente al Servicio de Impuestos Internos. Aquí se revisa si los impuestos se han pagado correctamente y si las declaraciones reflejan la realidad.
- De gestión: Se enfoca en cómo se están manejando los recursos, los procesos y la ejecución de la estrategia. Apunta a eficiencia, más que a cumplimiento legal.
- De recursos humanos: Revisa temas sensibles como contratación, remuneraciones, cumplimiento de la legislación laboral, clima interno y desarrollo de talento.
Además, según el rubro, pueden aparecer otras variantes como:
- Auditorías ambientales.
- De salud y seguridad laboral.
- De cumplimiento regulatorio en industrias específicas (como minería o telecomunicaciones).
Cada una tiene su rol bien definido, pero comparten algo esencial: todas apuntan a fortalecer a la organización, dándole más solidez interna y generando mayor confianza hacia afuera.
¿Cómo se lleva a cabo una auditoría?
Hacer una auditoría no es improvisar una revisión rápida. Es un proceso con pasos bien definidos, que busca obtener información certera y útil para tomar decisiones.
Etapas comunes del proceso:
- Planificación: Se define el alcance, los objetivos, los tiempos y el equipo a cargo. Aquí se decide qué se va a mirar y con qué profundidad.
- Ejecución: Se recogen datos. Se revisan documentos, se hacen entrevistas, se observan procesos en terreno.
- Informe: Se elabora un reporte con hallazgos, recomendaciones y áreas de mejora. Debe ser claro, concreto y útil para quienes toman decisiones.
- Seguimiento: Se evalúa si las acciones sugeridas se implementaron y qué impacto tuvieron.
Técnicas utilizadas
Dependerá del tipo de auditoría, pero suelen usarse análisis de datos, revisión documental, observación directa, encuestas e incluso test de cumplimiento.
Un punto no menor: todo debe estar respaldado. Nada se afirma sin evidencia concreta. Eso le da peso al informe final y asegura que las conclusiones no dependan solo de percepciones.
¿Cuáles son las etapas de la auditoría?
Aunque pueden variar según el tipo de empresa o auditoría, hay un esquema que suele repetirse.
- Planificación: Acá se decide qué se va a auditar, por qué, cómo y con qué recursos. Es la hoja de ruta del proceso.
- Ejecución: Se entra en acción. Se observa, se entrevista, se analiza. Lo que parecía invisible empieza a salir a la luz.
- Informe: Se baja todo a papel (o digital). Los hallazgos se ordenan, se explican y se proponen soluciones.
- Seguimiento: No basta con el diagnóstico. Hay que verificar que lo detectado se haya corregido y que las mejoras se hayan implementado.
El valor de una auditoría no termina con el informe. El verdadero impacto se ve cuando la empresa toma en serio las recomendaciones y las convierte en mejoras reales.
¿Cómo se establece un plan de auditoría?
Un buen plan de auditoría no busca revisarlo todo. Busca ir al punto, identificar riesgos reales y abordar las áreas que más impacto tienen sobre la empresa.
Elementos clave del plan:
- Detección de riesgos: Antes de auditar, hay que saber dónde puede haber problemas. Esa es la brújula.
- Definir objetivos y alcance: Qué se va a revisar y con qué propósito. No todas las áreas necesitan el mismo nivel de profundidad.
- Asignación de recursos: Armar un equipo capacitado, con tiempo y herramientas para hacer bien su trabajo.
- Cronograma: Poner fechas, tiempos y responsables. Una auditoría sin plazos tiende a estancarse.
El plan de auditoría es el punto de partida, pero también es un compromiso: si se hace bien, no solo mejora la operación interna, también fortalece la imagen externa y ayuda a tomar mejores decisiones desde la dirección.
¿Cuáles son los criterios de auditoría?
Antes de revisar cualquier proceso, hay que tener claro qué se va a evaluar y bajo qué criterios. Esa es la base de toda auditoría: definir el marco que da sentido a cada hallazgo. En Chile, esos criterios pueden provenir de múltiples fuentes, y no tenerlos bien delimitados puede hacer que todo el ejercicio pierda fuerza.
Uno de los puntos más comunes sobre los que se apoya una auditoría son las normativas formales. Ahí entran, por ejemplo, las Normas Internacionales de Auditoría (NIA) o las directrices que dicta la Comisión para el Mercado Financiero (la ex SVS) o el propio Servicio de Impuestos Internos. Estas referencias marcan la cancha: indican qué se espera en determinadas situaciones y ofrecen criterios técnicos para evaluar si lo que se está haciendo va bien encaminado o necesita ajustes.
Pero no todo viene de afuera. Muchas veces los propios manuales internos de la empresa tienen tanto peso como la normativa externa. Si la organización definió ciertos procedimientos y compromisos, la auditoría también debe verificar que se cumplan.
Y por supuesto, no se puede dejar fuera el marco legal. La legislación laboral, tributaria o financiera fija exigencias mínimas que no dependen del tamaño de la empresa ni del rubro. Desde ahí, cada proceso de auditoría debería incorporar una revisión seria de ese cumplimiento.
Tener claros estos criterios desde el inicio no solo mejora la calidad del análisis, también evita que se pierda el foco o que las observaciones queden en un terreno demasiado subjetivo.
¿Cómo se redacta el informe de auditoría?
El informe final de una auditoría no es un mero trámite. El informe final es, en el fondo, la bajada concreta de todo lo que se revisó. Resume lo que se observó y, más de una vez, marca el punto de partida para que la empresa haga cambios que realmente se noten.
Para que sirva de verdad, tiene que ser claro, directo y fácil de digerir. No se trata de escribir por escribir, sino de entregar información útil que ayude a tomar decisiones. Por lo general:
- Arranca con una introducción donde se explica por qué se hizo la auditoría y qué se esperaba encontrar.
- Después, se detalla cómo se llevó a cabo el proceso, se presentan los hallazgos clave y se cierra con recomendaciones concretas para mejorar.
Un buen informe no debe dar lugar a confusiones. Tiene que hablar en lenguaje llano, con datos respaldados por evidencia. Cada punto crítico que se mencione debe ir acompañado de pruebas concretas: documentos revisados, registros observados, entrevistas realizadas.
Y si bien detectar fallas es parte del trabajo, lo más útil es cuando el informe propone soluciones. Qué se puede hacer, en qué plazo, quién debería liderarlo y cómo se va a verificar su cumplimiento.
Desde la gestión, el valor real del informe no está solo en lo que dice, sino en cómo se utiliza después. Si se convierte en una guía de acción, entonces el esfuerzo de la auditoría valió la pena.
¿Cuál es la importancia de una auditoría?
Hay decisiones que se toman mejor con datos sobre la mesa. Y en eso, la auditoría aporta como pocas herramientas. Su valor no está solo en revisar lo que ya pasó, sino en dar luces sobre cómo avanzar con más certeza y menos riesgo.
Uno de sus aportes más concretos es la transparencia. Al abrir los procesos y revisarlos con una mirada externa u objetiva, se detectan errores, se corrigen desajustes y se valida si las cosas se están haciendo conforme a lo que exigen las normas vigentes.
También ayuda a que la empresa se mantenga al día con los cambios legales. En un país como Chile, donde las leyes laborales o tributarias pueden cambiar con frecuencia, una auditoría sirve como escáner preventivo para evitar sanciones y gastos innecesarios.
Además, permite afinar los procesos internos. Encontrar cuellos de botella, revisar cómo se usan los recursos, ajustar lo que no está funcionando del todo bien. Eso se traduce en eficiencia operativa.
Y no menor: protege a la organización frente a fraudes o desvíos. Al revisar de forma sistemática áreas como finanzas, remuneraciones o contratos, se reducen los espacios donde pueden ocurrir irregularidades.
En resumen, más que una exigencia externa, la auditoría es un recurso para cuidar el negocio, fortalecer la gestión y demostrar que la empresa opera con responsabilidad.
¿En qué consiste una auditoría de recursos humanos?
Recursos humanos, dentro de cualquier empresa, es de esas áreas que requieren especial cuidado. No solo por todo lo que gestiona, sino porque está directamente vinculada con las personas. Por lo mismo, auditar cómo está operando no es un lujo, es casi una obligación. Sobre todo si la meta es mantener un clima laboral sano, ajustarse a la ley y anticiparse a posibles roces o problemas.
Una auditoría en esta área permite revisar con lupa qué tan afinados están los procesos que impactan directamente en la experiencia y gestión del equipo. Desde cómo se contrata hasta cómo se capacita, se remunera o se desvincula. Y no solo desde la teoría: también desde lo que efectivamente ocurre en la práctica.
Algunos focos clave suelen ser:
- Reclutamiento y selección: ¿Se aplican criterios justos? ¿Existe equidad de género? ¿Se prioriza la meritocracia?
- Capacitación: ¿Los programas están alineados con las necesidades reales? ¿Se evalúa su impacto?
- Compensaciones y beneficios: ¿Hay equidad interna? ¿Son competitivos en el mercado? ¿Se paga lo que corresponde?
- Cumplimiento legal: ¿Se respetan los contratos? ¿Se hacen las cotizaciones al día? ¿Se cumple con la ley laboral y previsional?
- Clima laboral: ¿Cómo están las relaciones dentro del equipo? ¿Qué dicen las encuestas de satisfacción? ¿Hay indicadores de rotación o ausentismo que prendan alertas?
Auditar esta área no solo ayuda a ordenar y mejorar. También da señales claras a todo el equipo de que la empresa se preocupa por hacer las cosas bien.