Manager: ¿Qué es? ¿Cuáles son sus funciones?

Tabla de contenidos

  1. ¿Qué es un manager?
  2. ¿Cuáles son sus funciones?
  3. ¿Por qué es importante un manager?
  4. ¿Cuáles son sus características?
  5. ¿Qué habilidades y conocimientos son requeridos en un manager?
  6. ¿Cómo desarrollar sus habilidades?
  7. ¿Cómo medir el desempeño de un manager?
  8. ¿Cuáles son los beneficios que brinda un manager a los trabajadores?
  9. ¿Cómo los recursos humanos se relacionan con los managers?

En toda organización hay una figura que, sin necesidad de estar en primera línea mediática, sostiene buena parte del día a día: el manager. Es quien marca el pulso de los equipos, quien ajusta la estrategia a la operación, quien enfrenta los vaivenes del mercado y de la normativa sin perder de vista los objetivos. En Chile, esa figura se ha vuelto aún más relevante ante un entorno que cambia rápido, exige flexibilidad y demanda resultados con responsabilidad.

Hoy, hablar del rol del manager es hablar de liderazgo real, de saber leer al equipo, de interpretar los cambios y de construir una cultura que conecte con lo que la empresa necesita y con lo que las personas esperan. Esta guía revisa su función desde una perspectiva práctica, pensando en quienes tienen la tarea de gestionar talento en contextos dinámicos.

¿Qué es un manager?

Dentro de una empresa, el manager es quien pone en movimiento las piezas. Su rol no se limita a administrar tareas; también coordina equipos, toma decisiones, enfrenta conflictos y acompaña a las personas en su desarrollo profesional.

En el caso chileno, este rol va más allá de aplicar fórmulas. Hay que navegar una regulación laboral exigente, lidiar con desafíos presupuestarios y atender las expectativas de equipos que ya no se conforman con liderazgos verticales o distantes. Se espera de él o ella una mirada flexible, capacidad de adaptación y, sobre todo, sentido común aplicado a los negocios y a las relaciones humanas.

¿Cuáles son sus funciones?

El día a día de un manager es cualquier cosa menos estático. Su labor se mueve entre la estrategia y la operación, pasando por el acompañamiento del equipo y el contacto con la dirección. Algunas de sus funciones más relevantes son:

Planificación

Pensar a mediano y largo plazo, trazar objetivos alcanzables y bajar la estrategia a acciones concretas. Por ejemplo, en una cadena de retail, diseñar campañas que apunten a levantar las ventas durante el segundo semestre.

Organización

Asignar roles, armar estructuras funcionales y evitar cuellos de botella. En una fintech, por ejemplo, se espera que organice los equipos por expertise para que la entrega de producto no se frene.

Dirección

Saber liderar no es gritar ni imponer. Es alinear al equipo, motivarlo y marcar un rumbo claro. En servicios financieros, por ejemplo, inspirar al equipo comercial con una meta desafiante y alcanzable puede marcar la diferencia.

Control

Hacer seguimiento. Revisar si los resultados van en la línea correcta y corregir el rumbo si hace falta. En una planta, eso podría ser ajustar turnos o procesos tras un problema de calidad.

Toma de decisiones

Cuando hay que resolver, el manager no puede quedarse paralizado. Tiene que elegir, asumir el costo y avanzar. En tecnología, por ejemplo, decidir qué sistema implementar puede cambiar por completo la dinámica interna.

Comunicación

Más que hablar bonito, se trata de lograr que todos entiendan lo que se espera y hacia dónde se va. Y que sientan que pueden decir lo que piensan. Sobre todo en entornos multiculturales o con equipos híbridos.

Desarrollo del equipo

Un manager que no hace crecer a su gente se queda solo. Por eso, parte de su tarea es identificar potencial y abrir oportunidades. Ya sea con capacitaciones o nuevos desafíos.

Resolución de problemas

Desde un conflicto entre pares hasta una falla operativa que amenaza la entrega, el manager debe saber reaccionar rápido, sin dramatismo, pero con decisión.

Representación

También es el nexo con la alta dirección. Lleva la voz del equipo a la mesa ejecutiva y baja las decisiones estratégicas sin perder contexto ni empatía.

¿Por qué es importante un manager?

El impacto de un manager se nota incluso cuando no está presente. Su ausencia, su enfoque o su estilo de liderazgo pueden cambiar por completo la dinámica de un equipo. Su importancia no pasa solo por el cumplimiento de indicadores; está en el cómo se logran esos resultados.

  • Traducen la estrategia en acción: Bajan las metas al terreno y ayudan a que se cumplan sin perder humanidad.
  • Manejan los recursos con cabeza fría: Saben cuándo invertir y cuándo ajustar, siempre con foco en los resultados.
  • Cuidan la cultura interna: Con pequeños gestos, con coherencia, con cercanía. No basta con tener un manual; el manager lo pone en práctica.
  • Detectan y potencian talento: Ayudan a que las personas saquen lo mejor de sí mismas.
  • Saben sostener cambios: Cuando hay reestructuración, crisis o transformaciones, son clave para que el equipo no se desbande.
  • Conectan niveles organizacionales: Son puente, traductor y facilitador entre dirección y base.

¿Cuáles son sus características?

Aunque cada industria tiene sus particularidades, hay ciertos rasgos que marcan a quienes destacan en este rol:

  • Liderazgo real: No el de la chapa, sino el que se gana en la cancha, con escucha activa, con decisiones coherentes y con una visión clara.
  • Comunicación directa y honesta: Para decir lo bueno y también lo incómodo. Sin vueltas innecesarias.
  • Capacidad de organización: Sin caer en el control excesivo, pero con orden y previsión.
  • Decisión en momentos clave: No siempre hay toda la información, pero igual hay que avanzar.
  • Empatía sin perder foco: Entender al otro no significa justificar todo, pero sí escuchar, conectar y responder con criterio.
  • Flexibilidad: En entornos volátiles, el que no se adapta, queda fuera.
  • Ética y transparencia: El respeto se construye desde ahí.
  • Visión estratégica: Saber leer el entorno, anticiparse y mover al equipo hacia donde hay que ir.

¿Qué habilidades y conocimientos son requeridos en un manager?

El perfil de un buen manager mezcla técnica, intuición y experiencia. No basta con saber; hay que saber aplicar.

  • Entender el negocio: Qué se vende, cómo, a quién y por qué. Desde ahí se toman mejores decisiones.
  • Dominio técnico: Que no sea experto en todo, pero sí que comprenda las herramientas de su área.
  • Gestión de procesos: Saber coordinar, delegar y medir.
  • Liderazgo aplicado: Motivar, contener, resolver y avanzar con el equipo, no desde el escritorio.
  • Relaciones interpersonales sólidas: Porque sin confianza, no hay equipo que funcione.
  • Conocimiento legal básico: Al menos lo necesario para no cometer errores que salgan caros.
  • Capacidad analítica: Tomar decisiones con datos, pero también con olfato.

¿Cómo desarrollar sus habilidades?

Nadie nace sabiendo liderar equipos en entornos cambiantes, con presiones múltiples y realidades tan diversas como las que se viven hoy en las empresas chilenas. Por eso, más allá del talento natural, el desarrollo de habilidades en cualquier manager exige trabajo continuo, conciencia del rol y una dosis de humildad para aprender y mejorar sobre la marcha.

Algunas formas clave para fortalecer ese crecimiento, sin perder conexión con el terreno real:

  • Capacitación constante: Ya no basta con saber lo técnico. Los buenos líderes se forman en habilidades blandas, liderazgo adaptativo, gestión emocional, entre otros. En Chile, muchas organizaciones están invirtiendo en programas internos o diplomados externos que refuercen justamente esos aspectos.
  • Espacios de mentoría o coaching: Tener una persona con más experiencia que ayude a mirar desde fuera es invaluable. Un mentor o coach puede hacer la diferencia entre un liderazgo reactivo y uno verdaderamente estratégico.
  • Aprender haciendo: No todo se enseña en una sala de clases. Participar en proyectos complejos, asumir desafíos fuera del rol habitual o liderar iniciativas nuevas permite adquirir habilidades con los pies en la tierra.
  • Feedback directo y periódico: Escuchar lo que piensan otros –jefaturas, pares, equipo– ayuda a ver puntos ciegos. El secreto está en no tomárselo como crítica, sino como insumo.
  • Parar y mirarse: A veces hay que bajar la velocidad, hacer autodiagnóstico, reconocer errores y trazar mejoras. Esa autoevaluación, si es honesta, permite un avance más sólido.

¿Cómo medir el desempeño de un manager?

Medir el impacto real de un manager no es solo revisar si se cumplieron los números. Hay que mirar más hondo: cómo se lograron los objetivos, en qué condiciones trabaja el equipo y qué huella deja ese liderazgo en el clima y la cultura organizacional.

Algunas formas de evaluación que vienen ganando terreno en empresas chilenas:

  • Indicadores duros (KPIs): Cumplimiento de metas, eficiencia en procesos, control de presupuesto. Son datos necesarios, pero no suficientes.
  • Opinión del equipo: A través de encuestas de clima, evaluaciones 360°, o conversaciones uno a uno. Lo que dicen quienes trabajan día a día con él o ella vale oro.
  • Visión de la jefatura: Los mandos superiores también evalúan cómo el manager aporta al todo: si empuja en la dirección correcta o si, sin querer, frena o complica.
  • Resultados del área: Hay que mirar si el equipo avanza, si entrega valor, si innova o si simplemente sobrevive.
  • Evolución del talento a su cargo: Si las personas que lidera crecen, se quedan, asumen nuevos desafíos o, al contrario, se estancan o rotan constantemente.

¿Cuáles son los beneficios que brinda un manager a los trabajadores?

Cuando el liderazgo funciona, se nota. El equipo respira distinto, rinde más y se siente parte de algo. En cambio, cuando no hay buena conducción, todo cuesta el doble. El manager, en ese sentido, no solo mueve la operación, también cuida –o descuida– el bienestar del equipo.

Algunos beneficios concretos que aporta un liderazgo bien ejecutado:

  • Crecimiento real: No solo cumplir tareas, sino tener un plan de desarrollo, oportunidades para formarse y asumir nuevos retos.
  • Feedback útil: Saber qué se hace bien y qué mejorar. Un manager que acompaña y no solo evalúa, genera confianza.
  • Reconocimiento oportuno: Celebrar logros y destacar esfuerzos. No hace falta una ceremonia, a veces una palabra basta.
  • Buen ambiente: Crear un espacio donde se pueda trabajar con respeto, colaboración y cierta cuota de disfrute.
  • Canales abiertos: Poder hablar, proponer, incluso cuestionar, sin miedo. La comunicación abierta no se decreta, se cultiva.
  • Apoyo humano: Cuando hay problemas personales, carga emocional o situaciones difíciles, contar con un jefe que entienda y no solo exija, marca la diferencia.
  • Conflictos que se resuelven: Porque los roces van a existir. Lo importante es que no escalen ni se tapen bajo la alfombra.
  • Conciliación sana: Horarios razonables, respeto por la vida fuera del trabajo, políticas de flexibilidad aplicadas con criterio.

¿Cómo los recursos humanos se relacionan con los managers?

Entre recursos humanos y managers hay (o debería haber) una alianza estratégica. No se trata de roles separados que se pisan, sino de engranajes que deben coordinarse para hacer que la gestión de personas funcione, con todo lo que eso implica en una empresa chilena de hoy.

Veamos cómo se vinculan en la práctica:

Selección y contratación

RRHH diseña el perfil, define competencias clave y propone candidatos. Pero es el manager quien conoce las dinámicas del equipo y tiene la última palabra sobre qué perfil encaja realmente. Esa conversación no puede ser superficial: es clave para evitar desajustes desde el inicio.

Capacitación y desarrollo

Desde el área de personas se impulsan programas, pero es el manager quien detecta qué necesita su equipo, quién está listo para un curso o para liderar un proyecto nuevo. Si no hay sintonía ahí, la formación pierde sentido.

Evaluación del desempeño

RRHH puede estructurar el proceso, diseñar formatos y tiempos, pero es el manager quien da la retroalimentación directa. Y también quien, muchas veces, necesita apoyo para darla bien.

Resolución de conflictos

Cuando los roces escalan, Recursos Humanos interviene como mediador. Pero en la gestión cotidiana, el manager tiene que tener las herramientas para contener, escuchar y actuar antes de que explote algo mayor.

Comunicación y asesoría

No todo se resuelve por mail. Hay que conversar, coordinar, anticipar. RRHH tiene que estar disponible para orientar, y el manager debe abrir el canal, sin dejar todo para cuando ya hay un problema.

Políticas claras, gestión coherente

Las reglas del juego (contratación, beneficios, promociones, desvinculaciones) deben estar claras y actualizadas. Pero si el manager no las conoce o las interpreta a su manera, se genera confusión y desigualdad interna. La alineación entre ambas partes es clave.

El manager hoy no es solo quien “manda” o “administra”; es quien da forma al día a día de los equipos, quien encarna la cultura y traduce los valores de la empresa en acciones concretas. Y si RRHH lo acompaña bien, ese impacto se multiplica. No se trata de un liderazgo heroico, sino de un ejercicio cotidiano, imperfecto, pero transformador.

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