Tabla de contenidos
- ¿Qué entendemos por una startup en Chile?
- ¿Qué busca realmente una Startup?
- ¿Cómo opera una Startup en Chile?
- Etapas del viaje emprendedor: cómo evoluciona una Startup
- ¿Qué característica distingue a una startup de un negocio tradicional?
- - No es solo una empresa pequeña
- - Salirse del molde es parte del ADN
- - Crecen rápido, no de a poco
- - Tecnología como medio, no como fin
- - Asumen riesgos con propósito
- - Cambian rápido si es necesario
- - No solo buscan vender más
- ¿Cuáles son las diferencias entre una empresa y una startup?
- - Objetivos: estabilidad vs. crecimiento acelerado
- - Modelos de negocio: certeza vs. apuesta
- - Financiamiento: recursos propios vs. capital externo
- - Cultura organizacional: estructura rígida vs. flexibilidad
- - Nivel de riesgo: terreno firme vs. cuerda floja
- ¿Cuál es el papel de los recursos humanos en una startup?
- - Contratación con mirada estratégica
- - Formación continua como base del crecimiento
- - Cultura que se vive, no se escribe
- - Gestión del cambio como herramienta clave
- - Retención de talento en un mercado competitivo
- Las startups están redefiniendo lo que entendemos por emprendimiento e innovación en Chile. No se trata solo de un nuevo tipo de empresa, sino de una forma distinta de mirar el crecimiento, el riesgo y el impacto. Para los equipos de gestión, especialmente en roles de liderazgo y recursos humanos, esto implica desafíos complejos pero también oportunidades únicas.
Hasta hace poco, hablar de startups era pensar en algo lejano, casi como una moda importada. Pero eso cambió. Hoy estas empresas jóvenes, donde la tecnología y la innovación van de la mano, se han convertido en motores reales de cambio económico. No solo están revolucionando industrias completas, sino que además están abriendo nuevas fuentes de empleo, atrayendo inversión y resolviendo problemas que, por años, parecían parte del paisaje.
Y Chile no se ha quedado atrás. De hecho, el ecosistema emprendedor local ha ganado fuerza con rapidez. El ecosistema ha ido tomando fuerza gracias a varias señales que se alinearon en el momento justo. Por un lado, programas como Start-Up Chile pusieron la primera piedra. Luego vinieron más fondos privados dispuestos a apostar por ideas ambiciosas, y una digitalización que ya es pan de cada día en sectores como la salud, la educación o las finanzas. Con ese respaldo, no es raro ver a más emprendedores chilenos apuntando alto, con proyectos pensados desde el día uno para llegar al mundo y poner a Chile en el mapa como un actor relevante en la región.
¿Qué entendemos por una startup en Chile?
Cuando hablamos de startups, no nos referimos simplemente a cualquier emprendimiento que recién comienza. Hablamos de empresas que nacen con una mentalidad distinta: están pensadas para crecer rápido, romper esquemas y apoyarse fuerte en la tecnología. A diferencia de una pyme tradicional, no se conforman con sobrevivir o vender localmente. Su mirada está puesta en escalar, innovar y llegar a otros mercados lo antes posible.
En Chile, este tipo de proyectos ha encontrado un ecosistema cada vez más preparado. Programas como los de CORFO o Start-Up Chile han sido clave para darles un primer impulso. Y no es solo el apoyo público: también hay un creciente interés de inversionistas (tanto locales como internacionales), sumado a una digitalización que ya se siente en casi todos los sectores, desde el sistema financiero hasta las salas de clases.
Algunos casos conocidos que salieron de esta lógica y hoy son referentes tanto dentro como fuera del país:
- Cornershop, la app de compras que terminó en manos de Uber.
- NotCo, una foodtech que usa inteligencia artificial para replicar alimentos de origen animal en versión vegetal.
- Fintual, plataforma que democratiza la inversión de forma 100% digital.
- Betterfly, que une beneficios para trabajadores con impacto social y bienestar.
Todas estas iniciativas muestran que Chile no solo tiene talento emprendedor, sino que también puede ser un laboratorio de innovación con impacto regional.
¿Qué busca realmente una Startup?
A diferencia de las empresas más clásicas, las startups persiguen objetivos bien marcados. El primero es probar y consolidar un modelo de negocio innovador, con capacidad de escalar. Es decir, no basta con funcionar bien en un mercado pequeño: la idea es crecer rápido, ojalá con una propuesta que pueda adaptarse a otras latitudes.
El segundo gran objetivo es ese mismo crecimiento acelerado. Mientras una empresa tradicional puede tardar años en asentarse, una startup tiene como consigna avanzar rápido, ganar mercado y adaptarse velozmente. Para eso, la tecnología y el marketing digital juegan un rol central.
Pero no todo es rentabilidad. Muchas startups nacen también con un propósito más amplio: resolver algo que no está funcionando, ya sea en la salud, la educación o el medio ambiente. En sectores como el de las energías limpias o la atención médica, hay iniciativas que buscan no solo eficiencia, sino también generar bienestar o reducir impactos negativos.
Ahora bien, sin plata y sin talento, esto no anda. Por eso, otro objetivo clave es atraer inversión y sumar personas altamente capacitadas. En Chile, existen desde fondos especializados hasta aceleradoras que apoyan a estos proyectos, aunque el acceso sigue siendo un desafío para muchos. Y formar equipos motivados, versátiles, con ganas de construir, suele marcar la diferencia.
Finalmente, muchas startups apuntan a lo que se conoce como “exit”: que una empresa más grande las compre, o bien salir a bolsa (IPO) para cotizar públicamente. Es una forma de capitalizar el esfuerzo y darle continuidad al proyecto, aunque también conlleva nuevos desafíos.
¿Cómo opera una Startup en Chile?
Montar una startup en el país no es solo tener una buena idea. Es un proceso que mezcla intuición con estructura. Todo parte por detectar una necesidad real en el mercado, algo que esté fallando o que se pueda hacer de forma más eficiente.
Desde ahí, se empieza a construir una solución concreta. Muchas veces, lo primero es una versión muy básica del producto o servicio (lo que se conoce como MVP Producto Mínimo Viable) que sirve para testear si la idea camina. Con ese insumo, se validan supuestos, se escucha al cliente y se ajusta sobre la marcha.
El siguiente paso es buscar financiamiento. Y aquí el panorama en Chile ha ido madurando: existen opciones como el bootstrapping (autofinanciamiento), inversión ángel o fondos de capital de riesgo. También hay apoyo estatal, como el de CORFO o Start-Up Chile, que aporta no solo dinero, sino también redes y mentoría.
Otro factor decisivo es el equipo. Armar un grupo de personas comprometidas, diversas y con ganas de moverse rápido puede cambiar completamente el destino del proyecto. Con el equipo armado y los fondos asegurados, se lanza al mercado, se mide la recepción y se ajustan los detalles.
En la última etapa, viene lo más desafiante: escalar. Expandir operaciones, sumar nuevos clientes, automatizar procesos, abrirse a otros países. En ese momento, muchas startups comienzan a tejer alianzas, buscar sinergias y mirar más allá del mercado local.
Etapas del viaje emprendedor: cómo evoluciona una Startup
El camino de una startup no es lineal, pero sí suele pasar por ciertas etapas que marcan su desarrollo. Cada una trae sus propios retos y aprendizajes.
- Ideación: Todo parte por una idea. Se investiga el mercado, se revisan tendencias y se intenta definir con claridad el valor que se va a ofrecer. Es una etapa más exploratoria, pero fundamental.
- Validación: Se construye un prototipo o MVP y se prueba con posibles usuarios. Aquí lo clave es escuchar, recoger datos y no enamorarse demasiado de la primera versión. Hay que iterar rápido.
- Tracción: Si la validación fue positiva, toca crecer. Se ponen en marcha estrategias de adquisición de usuarios, se mide conversión, se ajusta el marketing. La empresa empieza a funcionar en serio.
- Escalabilidad: Con el modelo probado, se invierte fuerte en expansión. Esto puede significar nuevas ciudades, nuevos países o automatizar para multiplicar el alcance sin duplicar los costos.
- Maduración: Si todo salió bien, la startup se consolida. Se vuelve una empresa estable, con ingresos sostenidos. Puede buscar alianzas, fusionarse o incluso salir a bolsa.
En cada etapa, el panorama cambia. Lo que servía al principio puede volverse obsoleto más adelante. Gestionar el crecimiento sin perder el foco es, probablemente, uno de los desafíos más complejos. Pero también lo que diferencia a quienes logran consolidarse del resto.
¿Qué característica distingue a una startup de un negocio tradicional?
A simple vista, una startup puede parecer solo una empresa chica o recién iniciada. Pero la diferencia no está en su tamaño ni en su antigüedad. Lo que realmente las distingue es su mentalidad, su lógica de crecimiento y su forma de enfrentar los desafíos. Aquí te lo explicamos en detalle:
No es solo una empresa pequeña
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Las startups no se definen por su tamaño ni por su etapa.
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Lo que las diferencia es cómo están concebidas: piensan en grande desde el primer día.
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Nacen para crecer rápido, innovar y desafiar lo establecido.
Salirse del molde es parte del ADN
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No buscan repetir fórmulas conocidas, sino cuestionarlas.
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Su mirada está puesta en resolver problemas desde ángulos nuevos.
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Innovan con tecnología, modelos de negocio distintos o propuestas que aún no existen en el mercado.
Crecen rápido, no de a poco
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Un negocio tradicional crece paso a paso; una startup está diseñada para escalar.
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Su estructura permite multiplicarse sin que aumenten proporcionalmente los costos.
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Automatización, plataformas digitales y procesos eficientes son parte de su base.
Tecnología como medio, no como fin
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Muchas se apoyan en herramientas digitales: software, apps, automatización.
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Lo clave no es solo la tecnología, sino cómo la usan para ser más ágiles y livianas.
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Esto les permite operar con menos recursos y a mayor velocidad.
Asumen riesgos con propósito
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Saben que están en terreno incierto, pero también lleno de posibilidades.
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El riesgo es parte del juego, y lo aceptan como camino para lograr cambios reales.
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Apuntan a soluciones transformadoras, más que a certezas inmediatas.
Cambian rápido si es necesario
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Si algo no funciona, ajustan el rumbo.
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Si el mercado se mueve, ellas también.
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No se aferran a ideas fijas, sino a lo que genera impacto y valor real.
No solo buscan vender más
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El objetivo va más allá de la facturación.
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Quieren crecer con propósito, con visión de futuro y capacidad de transformación.
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Por eso atraen tanto a inversionistas como a líderes que buscan innovación de verdad.
¿Cuáles son las diferencias entre una empresa y una startup?
Aunque ambas se definen como organizaciones que venden productos o servicios, lo cierto es que startups y empresas tradicionales operan con lógicas muy distintas. Y esas diferencias no son solo teóricas: afectan directamente la estrategia, la cultura y la forma de gestionar. Aquí te compartimos las principales:
Objetivos: estabilidad vs. crecimiento acelerado
- Las empresas tradicionales priorizan la rentabilidad desde el primer día.
- Su foco está en sostenerse en el tiempo, generar utilidades y mantener cierta estabilidad.
- Las startups, en cambio, buscan crecer rápido y ganar espacio en el mercado.
- Los márgenes vienen después; lo urgente es escalar y posicionarse.
Modelos de negocio: certeza vs. apuesta
- Las empresas se mueven dentro de esquemas ya validados, donde hay menos sorpresas.
- Prefieren lo predecible, con estructuras que ya han demostrado funcionar.
- Las startups se atreven con lo nuevo: modelos no probados, formas distintas de monetizar, estructuras livianas y escalables.
- El riesgo es parte del diseño.
Financiamiento: recursos propios vs. capital externo
- Las empresas tradicionales suelen financiarse con sus propias ventas, créditos bancarios o aportes de socios conservadores.
- Las startups dependen —al menos al principio— del capital de terceros: fondos de inversión, aceleradoras o inversores ángeles.
- Este respaldo les permite crecer sin depender de resultados inmediatos.
Cultura organizacional: estructura rígida vs. flexibilidad
- Las empresas tradicionales tienen jerarquías claras, organigramas bien definidos y procesos más lentos.
- Las decisiones pasan por varias manos y los protocolos son parte del día a día.
- En las startups, en cambio, la estructura es liviana, las jerarquías son planas y las decisiones se toman rápido.
- Se valora el trabajo en equipo, la colaboración y la adaptabilidad.
Nivel de riesgo: terreno firme vs. cuerda floja
- Las startups operan en un entorno de alto riesgo. Muchas no lo logran, pero las que sí, pueden cambiar las reglas del juego.
- La innovación va de la mano con la incertidumbre.
- Las empresas tradicionales apuestan por la estabilidad: tienen menos sobresaltos, pero también menos espacio para la disrupción.
¿Cuál es el papel de los recursos humanos en una startup?
En una startup, el área de recursos humanos no se limita al papeleo ni a tareas administrativas. Desde el primer momento, se transforma en una pieza estratégica para construir equipos sólidos, adaptables y alineados con el ritmo acelerado del crecimiento. Aquí te mostramos sus principales funciones en este contexto tan dinámico:
Contratación con mirada estratégica
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- En startups, contratar no es solo llenar vacantes con buenos técnicos.
- Se buscan personas con actitud: que sepan moverse en la incertidumbre, se adapten a roles cambiantes y aporten desde lo humano y lo profesional.
- RRHH tiene el desafío de detectar ese talento especial que no solo sabe hacer, sino que quiere construir algo desde cero.
Formación continua como base del crecimiento
- En un entorno que cambia rápido, capacitarse ya no es un beneficio extra: es parte de sobrevivir y avanzar.
- Las herramientas digitales evolucionan, los procesos se ajustan y los desafíos llegan sin previo aviso.
- Recursos humanos debe mantener activo un ecosistema de aprendizaje, que combine formación técnica con desarrollo de habilidades blandas, liderazgo y trabajo en equipo.
Cultura que se vive, no se escribe
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- En una startup, la cultura no se define en un manual: se construye todos los días.
- Está en cómo se dan las reuniones, en el tipo de feedback que se da, en lo que se celebra y en lo que se tolera.
- RRHH tiene un rol central en moldear ese ambiente: uno que fomente la colaboración, la autonomía y el compromiso genuino.
Gestión del cambio como herramienta clave
- Las startups viven en cambio constante: cada etapa trae nuevos desafíos.
- A medida que crecen, aparecen más clientes, procesos y estructuras.
- Acompañar esa transformación requiere anticipación, buena comunicación y apoyo a los equipos. Y ahí, recursos humanos es clave para que el crecimiento no se desordene.
Retención de talento en un mercado competitivo
- En un entorno donde los perfiles más buscados tienen muchas ofertas, lograr que el talento se quede es un desafío real.
- Recursos humanos debe actuar con inteligencia: ofrecer beneficios flexibles, reconocer el esfuerzo, construir liderazgos cercanos y generar sentido de pertenencia.
- Retener no es retener por retener: es hacer que valga la pena quedarse
Las startups están redefiniendo lo que entendemos por emprendimiento e innovación en Chile. No se trata solo de un nuevo tipo de empresa, sino de una forma distinta de mirar el crecimiento, el riesgo y el impacto. Para los equipos de gestión, especialmente en roles de liderazgo y recursos humanos, esto implica desafíos complejos pero también oportunidades únicas.
Hoy más que nunca, el rol estratégico de RRHH se vuelve fundamental en este tipo de organizaciones. Desde atraer a las personas correctas hasta sostener una cultura coherente en medio del cambio, hay mucho en juego. Y en un ecosistema donde lo que está en construcción puede volverse mañana una referencia regional, contar con un equipo sólido y bien gestionado no es solo importante: es determinante.