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Eficiencia: ¿Qué es? y ¿Cómo aumentarla?

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Pasa todo el tiempo. Una empresa con menos gente, menos presupuesto y menos recursos… y aun así, saca más resultados. No es magia. Ni suerte. Ni un gurú escondido detrás del Excel. Se llama eficiencia. Y sí, en el día a día de una empresa en México, puede ser la diferencia entre avanzar o seguir apagando fuegos.

A ver, ¿cómo va eso de ser eficiente? ¿Es hacer más en menos tiempo? ¿Es apretar al equipo? ¿O es encontrar formas más inteligentes de trabajar sin que todo explote? Va más por lo último.

En realidad, ser eficiente no es solo trabajar duro. Es trabajar con intención. Con claridad. Con una lógica que, aunque no siempre se nota a primera vista, se refleja en los resultados. Las empresas eficientes no corren más rápido. Corren mejor. Y eso hace toda la diferencia.

¿Qué es la eficiencia?

La eficiencia no es solo un concepto bonito de manual. Es esa capacidad bien práctica de usar lo que tienes —tiempo, dinero, gente, energía— de forma que no se desperdicie nada. Sí, nada. Y cuando eso se logra, los resultados llegan con menos drama.

Claro, según el terreno en el que te muevas, el significado cambia un poco. Por ejemplo, en temas económicos, hablamos de usar bien los recursos para que la economía funcione mejor para todos. Si es energía, se trata de no derrochar luz, gasolina o electricidad para tareas que podrían hacerse con menos. En la gestión, es lograr objetivos sin necesidad de inflar costos o duplicar esfuerzos.

En lo operativo, la eficiencia es como tener un mapa que te lleva por el camino más corto, sin perder la calidad del viaje. Y en lo organizacional, se vuelve un reflejo de cómo está pensado el negocio: si cada pieza encaja donde debe, si hay claridad de funciones, si el talento se aprovecha o si todo es puro parche y reacción.

Ojo, no hay que confundir eficiencia con eficacia. Una puede parecer igual de buena que la otra, pero no lo son. La eficacia es lograr el objetivo, punto. La eficiencia es lograrlo sin reventar el presupuesto, el horario ni al equipo. Y ahí está el truco. Se puede ser eficaz y terminar agotado. Se puede ser eficiente y llegar al mismo resultado, pero con menos desgaste.

¿Qué beneficios trae consigo la eficiencia?

Bastante, la verdad. No solo se trata de ahorrar dinero o ganar tiempo. Veamos lo que hay detrás: menos desperdicio, desde hojas impresas que nadie ve, hasta horas de juntas sin sentido. Todo eso suma. Más resultados con menos esfuerzo, y eso vale oro en cualquier operación. Procesos más rápidos que ayudan a responder sin tener que duplicar trabajo. Menos gastos innecesarios, lo cual, seamos honestos, siempre cae bien en el estado de resultados.

La eficiencia también permite a las organizaciones ser más adaptables. Cuando ya se trabaja con procesos optimizados, es más fácil hacer cambios sin desordenar todo. Y eso, en contextos como el mexicano, donde los cambios fiscales, laborales o del mercado son pan de cada día, vale muchísimo.

Además, la eficiencia ayuda a que la empresa no dependa solo de héroes o improvisaciones. Todo se vuelve más predecible, más medible. Los clientes lo notan. El equipo lo agradece. Y los socios lo valoran, porque las decisiones ya no se basan en apagar incendios, sino en construir con claridad.

¿Conclusión? Una empresa eficiente no solo sobrevive. Compite en serio. Y lo hace con menos drama y mejores números.

¿Qué se entiende por ser una persona eficiente?

No es la que corre de junta en junta como pollo sin cabeza. Ni la que responde mails a las tres de la mañana. Una persona eficiente prioriza bien. Sabe qué puede delegar. Usa herramientas que le ahorran pasos. Y no le da miedo decir “esto no suma”.

También es alguien que sabe cuándo decir no. Que entiende que llenar el calendario no es sinónimo de ser productivo. Que respeta los tiempos del equipo, pero también exige claridad en lo que se espera. La eficiencia personal tiene que ver con el enfoque. Con tener claro el propósito de cada tarea. Con distinguir entre estar ocupado y estar avanzando.

Un becario que ya domina Trello, hace sus entregas a tiempo y no necesita que le repitan todo… ese becario es eficiente. Y lo van a contratar. Así de claro. Pero también lo es una gerente que sabe cortar una reunión a tiempo, que identifica cuellos de botella y propone cambios. La eficiencia no tiene rango. Tiene impacto.

¿Cómo se puede aumentar la eficiencia?

Aumentar la eficiencia no se logra con un memo. Se logra haciendo ajustes reales que impactan el trabajo diario. Cambiar la forma en que se hacen las cosas puede incomodar al principio, pero es la única forma de generar resultados sostenibles.

Te dejamos ideas concretas que ya están funcionando en empresas en México:

  • Automatiza tareas repetitivas con sistemas sencillos. ¿Nómina, reportes o vacaciones? Que lo haga el software, no la asistente. 
  • Optimiza procesos. Si algo tarda más de lo que debería, hay algo que revisar. 
  • Prioriza lo que genera impacto. No todo es urgente. Y no todo importa. 
  • Invierte en capacitación. Un equipo con nuevas habilidades es más ágil, comete menos errores y resuelve sin preguntar cada dos minutos.
  • Usa tecnología que conecte equipos. Herramientas como Slack, Asana, Notion o incluso simples grupos bien organizados en Teams hacen una diferencia enorme. 
  • Asigna con inteligencia y confía. Una buena delegación suma eficiencia, no caos.
  • Define objetivos claros. Si el rumbo es difuso, nadie camina. 
  • Evalúa sin miedo y da retroalimentación útil. Lo que no se mide, se repite. 
  • Cuida el clima laboral. Porque hasta la mejor estrategia se cae si todos están hartos.

Y por último, no olvides ajustar las metas a la realidad. No todo tiene que hacerse en menos tiempo. Lo que sí importa es evitar los retrabajos, los tiempos muertos, las tareas que se duplican porque nadie aclaró quién las iba a hacer.

¿Qué es la eficacia?

La eficacia también importa. Pero va por otra vía. Cumplir un objetivo no es lo mismo que hacerlo bien. Ejemplo clásico: terminar un proyecto a tiempo, pero con triple de horas extras, errores por todos lados y un equipo frito. Sí, se logró. Pero ¿a qué costo?

Ahí entra la eficiencia, que busca cumplir bien y sin malgastar nada. Por eso, en gestión, ambas deben ir de la mano, si no algo siempre falla. Ser eficaz puede ser resultado de un golpe de suerte o un esfuerzo monumental. Ser eficiente es resultado de estrategia, consistencia y mejora continua.

En las empresas, cuando solo se mide la eficacia, se puede generar presión sin dirección. Pero cuando se integra la eficiencia como criterio, se empieza a ver el valor del “cómo” además del “qué”. Y eso, en temas de liderazgo y cultura, marca una diferencia tremenda.

¿Qué acciones puede implementar recursos humanos para aumentar la eficiencia? 

Aquí es donde Recursos Humanos puede pasar de ser “el área de apoyo”… a convertirse en motor clave para que todo camine mejor.

Algunas acciones concretas que ya están funcionando en empresas mexicanas:

  • Digitalizar todo lo posible. Desde asistencia hasta prestaciones. Automatizar procesos administrativos, que los recibos no sean un martirio mensual. Usar plataformas de reclutamiento inteligentes que conectan rápido y bien. 
  • Invertir en formación continua. Los equipos que aprenden, avanzan.
  • Tener metas claras. Que cada quien sepa qué debe lograr y cómo se mide.
  • Evaluar con frecuencia y propósito. No solo para cumplir con el calendario.
  • Diseñar programas de bienestar realistas: flexibilidad, salud mental, reconocimiento. Todo suma. 
  • Escuchar más. Encuestas internas, buzones, cafés abiertos. La eficiencia también viene de entender qué frena al equipo.
  • Desde lo estratégico: asegurar que los perfiles estén alineados a los objetivos, evitar rotación de personal innecesaria, implementar estructuras claras que eviten ambigüedades. Porque un equipo con procesos claros es un equipo más eficiente. 

Y todo esto se construye desde Recursos Humanos.

Si estás buscando llevar la eficiencia de tu empresa a otro nivel, empieza por mirar cómo se están gestionando las cosas desde adentro. A veces no hace falta hacer más. Solo hacerlo mejor. Porque cuando la eficiencia está presente, todo fluye con menos fricción. Esto, al final del día, se nota hasta en el ambiente.

Preguntas frecuentes

¿La eficiencia repercute en la remuneración de un trabajador?

Sí, suele influir bastante. Cuando una persona trabaja con eficiencia, entrega resultados claros y bien hechos, y lo hace en tiempo y forma. Se nota la productividad. Muchas veces, esa forma de trabajar se reconoce con incentivos económicos, bonos, aumentos o incluso promociones. 

Ahora bien, no es el único factor que se considera. También cuentan la experiencia, el tipo de tareas que realiza, cómo se lleva con el equipo y otros elementos. Pero si hablamos solo de rendimiento, la eficiencia siempre suma puntos en la remuneración a la hora de hablar de salario.

¿Cómo se ve la eficiencia en un becario?

La eficiencia en un becario no es solo hacer las tareas rápido. Es aprender con agilidad, adaptarse bien al ritmo del equipo y cumplir con lo que se espera, sin necesidad de estar encima todo el tiempo. Si, además, muestra iniciativa, mejor todavía. 

No se trata de saberlo todo, sino de tener actitud y dar resultados acordes al nivel en el que está. Un becario eficiente genera confianza, y muchas veces termina quedándose como parte del equipo. Las empresas lo notan rápido cuando alguien se toma en serio su rol desde el primer día.

¿La eficiencia varía de acuerdo al puesto de trabajo?

Sí, totalmente. Lo que se espera de eficiencia en un puesto puede ser muy distinto al de otro. Por ejemplo, en ventas, se mide por los resultados logrados. En un rol administrativo, quizá por la organización y el orden en los procesos. Cada área tiene su propio ritmo, sus objetivos y sus formas de medir. Por eso, al evaluar eficiencia, hay que entender primero el contexto del trabajo. No es lo mismo ser eficiente con clientes que con datos, y eso es clave para hacer una evaluación justa y útil.

¿La eficiencia impacta en el organigrama de una empresa?

En muchos casos, sí. Cuando alguien demuestra eficiencia constante, es probable que lo consideren para nuevas responsabilidades. A veces eso significa un cambio en su posición dentro del organigrama, con más peso o liderazgo. Por otro lado, si hay sectores donde la eficiencia es baja, las empresas suelen revisar cómo están funcionando los equipos, si hay que hacer ajustes o incluso cambios de estructura. En resumen, cuando la eficiencia aparece (o falta), puede mover fichas en la organización.

¿Los honorarios son proporcionales a la eficiencia?

En algunos casos sí, pero no siempre de forma automática. Ser eficiente claramente suma y puede abrir la puerta a mejores honorarios. Pero también entran en juego otros factores como la política interna, la demanda del puesto, las habilidades que se aportan y la capacidad de negociación de cada persona. A veces alguien muy eficiente no gana más simplemente porque su rol no lo permite o porque no lo ha planteado. En todo caso, la eficiencia sí agrega valor, y ese valor puede transformarse en mejores condiciones si se comunica bien.

¿Cómo se evalúa la eficiencia en una contratación?

En la contratación, la eficiencia se mide desde distintos frentes. Puede ser a través de entrevistas donde se analizan situaciones concretas, o con pruebas que ponen a prueba cómo resuelve un problema real. 

También se revisa el historial laboral, la rapidez en adaptarse a roles anteriores y las referencias. Y ya dentro del puesto, hay métricas de seguimiento, objetivos por cumplir y tareas que ayudan a ver si esa persona trabaja de forma eficiente. No es solo teoría: se trata de ver cómo aplica lo que dice que sabe hacer.

¿Cuál es la relación entre clima laboral y eficiencia?

Están muy conectados. Un buen clima laboral, donde hay respeto, comunicación y reconocimiento, genera mejores niveles de eficiencia. Las personas se sienten más cómodas, más motivadas, y eso se traduce en mejores resultados. En cambio, cuando el ambiente es tenso o hay conflictos constantes, es difícil que alguien rinda al máximo. 

No se trata solo de que la gente esté feliz, sino de que el contexto permita concentrarse, colaborar y avanzar sin trabas innecesarias. El clima es una parte clave para que la eficiencia funcione de verdad.

¿Cómo influye la eficiencia en el cálculo del salario bruto a neto?

Cuando una persona trabaja con eficiencia y accede a bonos o incentivos por resultados, su salario bruto puede aumentar. Esto significa que el ingreso total sube, pero también pueden cambiar las deducciones y el impacto en el salario neto. 

Es decir, podrías ganar más, pero también ver una diferencia en lo que efectivamente llega a tu cuenta. Por eso conviene tener en claro cómo se compone el salario y qué parte es fija y cuál es variable. La eficiencia puede mejorar tus ingresos, pero hay que mirar todo el panorama para entender bien el resultado final.

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